LA INDIA IRREDENTA
Según
una tradición india llamada sati,
cuando un hombre fallece su esposa lo tendría que seguir en el viaje
e inmolarse con él en la pira funeraria. Aunque esta costumbre fue
abolida por ley en 1829, su sombra es muy alargada y
se manifiesta todavía hoy en forma de absoluta marginación. La
mujer que se queda sin marido es, demasiado a menudo, repudiada por
las familias y alejada de la sociedad, sin posibilidades de rehacerse
una nueva vida. No se contempla una nueva boda y tampoco una pensión.
En el estado del Bengala, donde la exclusión de las mujeres del
testamento no está permitida, muchísimas familias se deshacen de
las viudas para evitar que reclamen sus derechos.
“Mujeres
Invisibles”, por Jordi Ferrando I Arrufat
Vrindavan – 5/
09/ 2014
El País, versión
digital
Extraño
país - la India – donde se sacraliza a las vacas y hasta las
ratas tienen sus templos, y donde las castas sociales llevan
fomentando toda la clase de injusticias y abandonos tanto de niños
como de ancianas.
Siempre
me culpo de negarme a conocer las gravísimas desigualdades de la
sociedad hindú, porque no puedo aceptar que los seres humanos
seamos tan indiferentes a la orfandad de los Otros. Haber tenido nada
menos que un Mahatma Gandhi
y a tantos otros seres de espíritus sublimes, pero la grandeza
espiritual de todos ellos no les ha cundido.El
territorio hindú es multifacético en la injusticia, en la cual
lleva perseverando milenios.
Lo
comprobamos aquí mismo, con
el caso de las mujeres viudas, que según sus tradiciones, cuando
fallece el esposo ellas debían inmolarse en una pira funeraria. La
cuestión que estas mujeres que formaron familia, se hallan en
algunas zonas totalmente desamparadas y se las conoce como "las
mujeres invisibles" . Ya en el Código de Manú – cuya
antigüedad sostienen algunos en cientos de miles de años -
se establecía la protección a la mujer viuda y a sus hijos. En
pleno siglo XXI en la India se condena a las mujeres viudas no solo a
la miseria, sino al total desamparo. Me pregunto: ¿Puede el
Cristianismo revertir el espíritu indiferente de este pueblo, tal
como se lo propone Gaspar
Rul-lán Buades, especialista en Filosofía y en Teología india y
colaborador de Tendencias21.net de las Religiones, en el artículo
“Un hindú en busca de la Verdad” ?
Con toda mi mejor voluntad, no puedo ser optimista.
El
artículo de Ferrando I Arrufat nos ilustra acerca del sitio
conocido como Vrindavan, situada 150 kms de Nueva Delhi. Pequeña
localidad cuya trascendencia se debe “ por ser punto de encuentro
de los fieles de Krishna” y donde residen mas de 20 mil mujeres,
todas viudas, que llegaron a Vrindavan en busca de asilo.
.”
Un gran número de ellas viven por debajo del umbral de la pobreza,
y solo
el 25% recibe una pensión,
según un informe de ONU Mujeres.”
La
mayor parte de ellas habita en los famosos ashrams, que son
celdas con
un espacio abierto que habitualmente se dedica a la meditación,
pero que se ha convertido en su único refugio terrenal.
Esto
ocurre en la India a causa de la organización social en castas
que van desde la de los Brahmanes ( políticos y militares ),
Vaishias (comerciantes, artesanos y campesinos ) los Shudrás (
esclavos,siervos y obreros) hasta la casta de los intocables y aún
la última última, “los invisibles” a la cual son condenadas
estas viudas de la India.
Comentarios
Pues sí, amiga mía, choca cuando menos (siempre me ha chocado, desde mi primer acercamiento juvenil a lo hindú, por medio de Tagore, Gandhi y Hermann Hesse) que el pueblo más espiritual de la Tierra pueda albergar, al mismo tiempo, una aberración como el sistema de castas, donde se condena a una parte de su ciudadanía a la miseria más absoluta (y, como muy bien dices, a la "invisibilidad").
No, no es de recibo. Aunque, por lo que se ve, esas sabias gentes (los brahamanes) han sido —y son— capaces de albergar las mayores contradicciones sin inmutarse.
No es gratuito que hasta el mismísimo Alejandro, cuando llegó a las riberas del Indo, atraído por la fama de grandes polemizadores que los brahamanes poseían, les sometiera a una especie de auditoría filosófica por los propios filósofos griegos que le acompañaban; tras una especie de certamen o simposio celebrado a tal fin, se concluyó lo paradójico e intrincado de su pensamiento. También se concluyó que eran gentes de poco fiar. Y parece ser que Alejandro tuvo problemas con ellos, problemas que resolvió a su manera, claro: cortando por lo sano y enviando a los díscolos argumentadores a proseguir su cadena de re-encarnaciones sin demora.
El gran Alejandro, que tanto admiraba el saber y el genio filosófico (inculcado muy posiblemente por el Estagirita), repudió a estos sabios capaces de bailar en el filo de la paradoja sin cortarse. Los encontró demasiado poco prácticos y muy peligrosos. Probablemente no se equivocaba.
Como muy bien señalas, Beatriz, un pueblo que es capaz de adorar a vacas o monos, y que, al mismo tiempo, es capaz de condenar a la miseria (cuando no a la muerte) a una parte de su población, resulta (me uno a Alejandro en esto) poco de fiar.
Tantas razones para la admiración y otras tantas para la animadversión.
Gracias como siempre por proponer y dar voz a los que no la tienen.
Un abrazo a todos.