EL SIBERIANO





El Siberiano era un hombre risueño, de esos que siempre llevan una bonita historieta entre los labios, pero a poco de entablar conversación, su interlocutor caía en una realidad diferente.

Alguna vez hilvanó la historia de un pueblo que no estaba perdido en las inmensidades de la Siberia, pero no figuraba en mapa alguno, a excepción de la oficina postal .Y esa era la razón por la que cada semana llegaban diversidad de periódicos prolijamente enrollados.


Ni se sabía que autoridad alguna llegara hasta el pueblo. Menos aún los del comité político . La gente del lugar tenía sus propias ideas, y con elementos muy sencillos fueron instalando una Biblioteca y una enorme mesa que nunca se supo si había servido para jugar a los billares o a qué. Fueron albergando allí la mayor cantidad de libros que cada familia poseía, añadiendo los periódicos que la oficina de Correos les hacía llegar . Con el pasar del tiempo se les ocurrió utilizar las viejas luncheras que ya nadie usaba para archivar en ellas los recortes de diarios con las fotos e historiales de los candidatos a ocupar importantes puestos en la organización política de la gran Siberia. A esos datos salidos de las imprentas de los periódicos, fueron añadiendo fotos de las esposas, los hijos, y hasta las mascotas.


Hay que considerar que la vida en Siberia equivale a diez vidas de cualquier pueblo en la isla más remota . Son vidas notablemente lentas, porque los relojes funcionan ultrajados por las bajas temperaturas.


Lo cierto que los habitantes de aquél lugar, fuera de las horas sagradas dedicadas a comer y beber, su sitio era la Biblioteca, y el investigar las idas y venidas de aquellos personajes que jamás habían dejado las huellas de sus zapatos en su nevado suelo.


Con los años algunos desarrollaron un esmerado análisis de las vidas y obras de los candidatos .Cuando descubrían que tras pasar por las públicas funciones habían logrado fortunas considerables, procedían a encerrar aquellas biografías en unas luncheras especiales que hacían descender al interior de un pozo oscuro, al que nunca llegaba la luz.


A continuación el Siberiano deslizaba palabras que aludían a errores. ¿Qué errores ? El Siberiano se refería a problemas Eticos. A cuestiones relacionadas con la Consciencia.

El sonreía. Continuaba relatando que la gente de aquel pueblo más que leer los matutinos con semanas de atraso, analizaban punto por punto los detalles. La situación del País les resultaban capítulos de una novela. No de la talla de Dostoievsky , Tolstoy o Solyenitzin . Mas, los escritores de la Siberia habían desarrollado un lenguaje lo suficientemente ambiguo y tan enérgico como un mariscal de campo. A su modo vivían una auténtica República. No se aprobaba ninguna innovación en el pueblo sin debatir minuciosamente todos los aspectos que estaban implicados. Si alguien tenía una idea, la anotaba con sumo cuidado, eligiendo las palabras, para que se viera que quien la proponía era alguien con bases respetables . Estaban tan enterados de las situaciones de la Nación que, cuando la presión política subía en las lejanas ciudades ellos realizaban una Asamblea en la que participaban todos los vecinos y se procedía a votar.


De triunfar el SI , se convocaba a una ceremonia casi protocolar. Tras analizar los patrimonios de los políticos oficiales, los dueños de las luncheras rescataban las que ya habían sido condenadas a la oscuridad y otras más recientes. Se instalaban en círculo en la plaza del pueblo y mientras la banda de Música procedía a tocar los compases de alguna marcha para que todo el acto cobrase un auténtico sentido patriótico, uno por uno los dueños de las luncheras arrojaban sus recortes dentro de un contenedor de basura. De inmediato se procedía a quemar la totalidad de aquellos historiales.



Créase o nó : en poco tiempo iban cayendo en desgracia uno tras otro de los incinerados . Ministros, Viceministros, Secretarios, salían de la escena pública.. Así la Historia – como cualquier juego de naipes que se va a iniciar - era nuevamente mezclada , barajada y alguien arrojaba un par de dados sobre la mesa enorme de la Biblioteca que era saludado por un fuerte aplauso. 


Foto: El ojo azul deSiberia / La Gaceta Mercantil.

Comentarios

Beatriz Basenji ha dicho que…
Albada Dos: Hay ocasiones que debemos apelar a la imaginación. De lo contrario no podemos brindar indicios, de lo que nosotros los Humanos podemos lograr para cambiar la historieta. Cordiales saludos !!

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