ARGENTINA HACE UN SIGLO
Hace un siglo - cuando
nuestro Abuelo – puso
los pies en
Argentina, conoció un País de
gente educada, laboriosa, feliz
con cuanto poseían.
Para muchos que llegaban
de países con guerras
perdidas - donde la
escasez de alimentos acuciaba
las mentes de las
personas – eran felices porque
con solo ver la cantidad
de frutas y verduras, se les llenaba el Alma
de bienestar. Más lo
mejor era que
podían adquirir todo aquello
por centavos.
Un País donde
la gente no hacía contratos de
alquiler, por la sencilla razón que
con dar la mano
se estaban comprometiendo a honrar
sus mensualidades.
Donde el carnicero, el
panadero, el almacenero mismo, te
daban una libreta donde
constaban tus compras, y a fin de mes,
cuando se cobraban los
sueldos, se pagaba.
Un país en el que
en solo
OCHO años cualquier
trabajador- obrero o empleado – podía acceder a
su casa propia. Amueblada y con sus paredes
luciendo un bonito papel.
Aquellas familias
que habían tenido la
desgracia de perder
un familiar podían contar
que los comerciantes que les
abastecían a diario
continuarían fiándoles y
anotando, para que
cuando TU pudieras,
abonaras las deudas o al menos
parte de ellas.
S i alguno se
quedaba sin trabajo, ya
los mismos vecinos
daban noticia a sus
patrones que tal
o cual estaba
disponible para tomar
un nuevo empleo.
Y si había una
gran urgencia, la viuda
o alguno de los hijos iba
a hablar con el
Párroco a contarle de
sus necesidades, para
que le recomendara
con quien necesitara
empleados u obreros.
El dinero tenía
entonces un respaldo
de oro, acumulado en lingotes
en el Banco de la
República Argentina. No
existían aumentos de
precios.
Eran escasos los
trabajos donde las mujeres
se desempeñaban, a excepción
de las
grandes tiendas de ropa
femenina, talleres de confección,
o de sombreros para
abastecer las necesidades de
la moda de aquél tiempo. Sin embargo, cuando comenzaron
a llegar las máquinas
industriales para los lavaderos, muchas mujeres fueron
admitidas y aprendieron a
manejar el nuevo
sistema.
Los hombres vestían
trajes de casimires ingleses
y en invierno se
abrigaban con perramus o sobretodos de marcas inglesas, iguales a los que se
vendían en las grandes capitales europeas.
Cuando aparecieron
las primeras radios, no todas las familias
podían adquirirlas. Pero entonces,
las vecinas, con sus labores
manuales de tejidos o
bordados, se reunían en la
casa de
las que habían podido comprarse la
radio para escuchar las
radionovelas de la tarde.
Ahora la
sociedad Argentina vive
como ciertas especies
animales: cada cual en su
cueva. La grieta ha
suprimido el diálogo. Los nuevos
vecinos - salvo raras excepciones -
no se presentan ni
saludan. Solo los que salen
a pasear sus perros,
por la simpatía que los
canes despiertan, se
atreven a saludar
y decir : Hola!!
Foto: magia en el camino.com.ar/ 12-3-3 edificio de la Av. de Mayo.
Comentarios
Pero es el tiempo que nos ha tocado vivir. Iré a Buenos Aires pronto, y todo el mundo me dice que ojo con los rateros, carteristas, timadores y la inseguridad en general. Un abrazo
Te sugeriría ir a Montevideo, capital de URUGUY. Es un hermoso país, también hay delincuencia, pero menos que acá.
Un abrazo.