LA TACITAS
Mú señoras mías: huíd cuando se os aparece una vecina a pediros una tacita de azúcar. Prohibido los empréstitos de azúcar. Y musho menos de aceite. Que no sabéis a donde os puede yevar mesejante favor practicao a una prójima.
Meca...!! Años ha, mi Mujer - que se tiene er vicio de aprendé - se tomaba uno desos cursos de cultura orientá, y se tenía entre otras condiscípulas, una tal Alcira.
Alcira era como una diosa griega, desas ar gusto de Gonzalo Torrente Ballester (El Hostal de los dioses amables). Larga melena dorada, recogida en prolijas trenzas formando un rodete sobre la nuca. Fina. Desas señoras que nacieron pa ricas, y te regalan esas cajas de bombones suizos con unos moñazos de cuento . De cuando en cuando iba er marío a buscarla. Hombre que , fuese er pleno día o la plena noshe, siempre portaba unos anteojos de sol.
Un buen día Alcira busca hablá con mi Mujé en privao.
-Que lo encuentro raro a mi marío. Que va y viene y como que no setermina de ir y er trabajo lo tiene abandonao. Y se anda como esperando que yo me ausente de la casa y si no me voy luego me pide que vaya a la ferretería por tales tornillos, que unas bisagras. Y me camino 15 cuadras pa hacerle el favó. Total pa qué? Yaman los clientes reclamando y le da para largas y no les cumple a ninguno. Y güeno ,que lencontré entre las herramientas una libretica de notas , quesesta, mu prolija, pero que no sentiende ná. Y como veo que tú tiés como un sexto sentío, míramela por favor, a ver si descubres algo...
Mira mi Mujé y en efecto, estaba escrito en espejo. Tonce mi Mujé le comienza a leer. ¿Y de que iba la cosa? Quel tío este se anotaba las hazañas que se cometía con cierta granujilla! A qué horas, cuantas veces, y hasta si había usao preservativo!
Y entre medio desas menudencias se leía: “Recordar devolver taza de azúcar”
Questo vino a sé lo que le dió la pista de quien se trataba.
Una vecina nueva del barrio, que se había mudao hacía poco tiempo con su propio marío y una bebé de poco má de un añito. Y un día le fuera a golpeá la puerta de la casa a Alcira pa pedirle una tacita de azúcar. Y cuando se la trae, le dice:
-Y no me pué dar una taza de aceite pa freír unas papas?
Va Alcira y se la trae. Y ar día siguiente, que si no me pué comprá un poco de pan que no tengo cambio. Por ahí pasaban dos, tres dias sin hacerse ver. Luego continuaba. Que si un poco de leche pa la niña, que un dinerito pal ómnibus, que pan rayao pa unas milanesas... y un par de huevos que me se terminaron.
Y la vez que Alcira le dejó yegar hasta su cocina, como viera que recién sacaba del horno un pastel cambray, a pedí una buena porción. Que si no me pué cuidar la beba un ratico que me tengo que ir al médico y no la quiero yevar, sabe? Y Alcira haciendo de niñera. Así un mes, y otro y otro.
Pa esto , mi Mujé se sintió mú mal, porque sin comela ni bebela lestaba traduciendo las paginitas de la libreta una tras otra.
-Alcira, esta libreta seguro no es de su marío. Quien sabe de ande salió.
-Questa es la letra bien clarita de mi marío. No hay vuelta que dar. Es él.
Que lío, mare mia. Y lo mal, remal que se sentía mi Mujé.
Pasaran un par de meses deste pisodio, y como quel agua se lo había yevao.
Yega una tarde Alcira a la clase mas temprano que lo habituá y como siempre,envuelta en su halo de serenidad y dulzura. Propio una diosa de las que se conocen por el arte griego.Se sienta junto a mi Mujé y le cuenta:
-Me la encaré a la Tacitas! Había argunos vecinos de testigo y me dije esta es la mía. A ver tú, doña Tacitas, cuentamé lo que pasa con mi marío.
-Que va pasar, no pasa ná.
-Oye, guarra, que ni los piés te sabes lavá que hueles como er queso de cabra, y me sé yo toítas las faenas que le haces a mi marío con er apaño del tuyo.Que también me lo sé. Sé valiente al menos y confiesa que haces er comercio carná.
-Que mestás poniendo por puta!?
Tonce los vecinos y testigos la han relajao de arriba abajo, porque toa la vecindá le tenía echao el ojo al asuntiyo.
Y ar finá, la Tacitas , haciendo alarde de sus gomones delanteros exclama:
-Pues sí, pa que lo sepáis toós y os déis por enteráos, me lo foyé bien foyao!!
Respiró hondo Alcira. Mi Mujer tenía el arma rebasándole por los poros de su cuerpo. Y Alcira continuó:
-Pero como la casa era mía, la vendí con muebles, tapicerías,adornos , con tóo y ayer mismo se hizo la entrega.Mi marío no se sabía ná. Los compradores y yo le esperábamos en er living. Pa cuando él hizo su entrada, con la mejor de mis sonrisas le dije:
-Cariño, te presento al nuevo dueño de esta casa.Como tu te andas tan ocupao con tus asuntiyos ni tiempo hubo de comunicarte la novedá. Haz el favor de quitar tus pertenencias, que las mías ya las quité. Y como el Cadillac 1959 también es mío, pues me lo llevo. Que lo pases mú bien, cariño!
Y hasta le dí unas palmaditas en el hombro... - concluyó Alcira.
Meca...!! Años ha, mi Mujer - que se tiene er vicio de aprendé - se tomaba uno desos cursos de cultura orientá, y se tenía entre otras condiscípulas, una tal Alcira.
Alcira era como una diosa griega, desas ar gusto de Gonzalo Torrente Ballester (El Hostal de los dioses amables). Larga melena dorada, recogida en prolijas trenzas formando un rodete sobre la nuca. Fina. Desas señoras que nacieron pa ricas, y te regalan esas cajas de bombones suizos con unos moñazos de cuento . De cuando en cuando iba er marío a buscarla. Hombre que , fuese er pleno día o la plena noshe, siempre portaba unos anteojos de sol.
Un buen día Alcira busca hablá con mi Mujé en privao.
-Que lo encuentro raro a mi marío. Que va y viene y como que no setermina de ir y er trabajo lo tiene abandonao. Y se anda como esperando que yo me ausente de la casa y si no me voy luego me pide que vaya a la ferretería por tales tornillos, que unas bisagras. Y me camino 15 cuadras pa hacerle el favó. Total pa qué? Yaman los clientes reclamando y le da para largas y no les cumple a ninguno. Y güeno ,que lencontré entre las herramientas una libretica de notas , quesesta, mu prolija, pero que no sentiende ná. Y como veo que tú tiés como un sexto sentío, míramela por favor, a ver si descubres algo...
Mira mi Mujé y en efecto, estaba escrito en espejo. Tonce mi Mujé le comienza a leer. ¿Y de que iba la cosa? Quel tío este se anotaba las hazañas que se cometía con cierta granujilla! A qué horas, cuantas veces, y hasta si había usao preservativo!
Y entre medio desas menudencias se leía: “Recordar devolver taza de azúcar”
Questo vino a sé lo que le dió la pista de quien se trataba.
Una vecina nueva del barrio, que se había mudao hacía poco tiempo con su propio marío y una bebé de poco má de un añito. Y un día le fuera a golpeá la puerta de la casa a Alcira pa pedirle una tacita de azúcar. Y cuando se la trae, le dice:
-Y no me pué dar una taza de aceite pa freír unas papas?
Va Alcira y se la trae. Y ar día siguiente, que si no me pué comprá un poco de pan que no tengo cambio. Por ahí pasaban dos, tres dias sin hacerse ver. Luego continuaba. Que si un poco de leche pa la niña, que un dinerito pal ómnibus, que pan rayao pa unas milanesas... y un par de huevos que me se terminaron.
Y la vez que Alcira le dejó yegar hasta su cocina, como viera que recién sacaba del horno un pastel cambray, a pedí una buena porción. Que si no me pué cuidar la beba un ratico que me tengo que ir al médico y no la quiero yevar, sabe? Y Alcira haciendo de niñera. Así un mes, y otro y otro.
Pa esto , mi Mujé se sintió mú mal, porque sin comela ni bebela lestaba traduciendo las paginitas de la libreta una tras otra.
-Alcira, esta libreta seguro no es de su marío. Quien sabe de ande salió.
-Questa es la letra bien clarita de mi marío. No hay vuelta que dar. Es él.
Que lío, mare mia. Y lo mal, remal que se sentía mi Mujé.
Pasaran un par de meses deste pisodio, y como quel agua se lo había yevao.
Yega una tarde Alcira a la clase mas temprano que lo habituá y como siempre,envuelta en su halo de serenidad y dulzura. Propio una diosa de las que se conocen por el arte griego.Se sienta junto a mi Mujé y le cuenta:
-Me la encaré a la Tacitas! Había argunos vecinos de testigo y me dije esta es la mía. A ver tú, doña Tacitas, cuentamé lo que pasa con mi marío.
-Que va pasar, no pasa ná.
-Oye, guarra, que ni los piés te sabes lavá que hueles como er queso de cabra, y me sé yo toítas las faenas que le haces a mi marío con er apaño del tuyo.Que también me lo sé. Sé valiente al menos y confiesa que haces er comercio carná.
-Que mestás poniendo por puta!?
Tonce los vecinos y testigos la han relajao de arriba abajo, porque toa la vecindá le tenía echao el ojo al asuntiyo.
Y ar finá, la Tacitas , haciendo alarde de sus gomones delanteros exclama:
-Pues sí, pa que lo sepáis toós y os déis por enteráos, me lo foyé bien foyao!!
Respiró hondo Alcira. Mi Mujer tenía el arma rebasándole por los poros de su cuerpo. Y Alcira continuó:
-Pero como la casa era mía, la vendí con muebles, tapicerías,adornos , con tóo y ayer mismo se hizo la entrega.Mi marío no se sabía ná. Los compradores y yo le esperábamos en er living. Pa cuando él hizo su entrada, con la mejor de mis sonrisas le dije:
-Cariño, te presento al nuevo dueño de esta casa.Como tu te andas tan ocupao con tus asuntiyos ni tiempo hubo de comunicarte la novedá. Haz el favor de quitar tus pertenencias, que las mías ya las quité. Y como el Cadillac 1959 también es mío, pues me lo llevo. Que lo pases mú bien, cariño!
Y hasta le dí unas palmaditas en el hombro... - concluyó Alcira.
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