EL REY DE LA SELVA

El potente Sol de mediodia ha tirado sus biombos. Nadie con quien estrenar mi rugido. Soy – tal como sospechan – nuevo en esto de permanecer cuan largo soy en la rama de un árbol.

 Sucede que mi señora madre me ha propinado dos o tres coletazos muy temprano. Acto seguido se ha lanzado a ensayar sus arias favoritas: ”Desgarrado corazón” y “Felino potente amor” . Su drama es que carece de auditorio. No es que quiera inmiscuirme en su vida, pero a la par que ensaya sus arias va oliendo cada matorral de su territorio y cual si derramara perlas verdaderas, deja unas gotitas de su propio pis. Cada vez que lo hace entrecierra los párpados y ulula con mayor énfasis.

 Las otras leonas se han ido colocando bajo sus respectivos árboles con sus rabos a favor de ella. Bah! Que una vez mas la ignoran. A media mañana la archileona con su hija menor se han retirado moviéndose como auténticas Reinas de Saba. He sido instruido acerca de mi linaje. No estoy emparentado con ninguna de ellas.Cada una a su turno me han enseñado fieramente sus colmillos y en señal de desprecio han intentado oler mis atributos masculinos. Ahí el ritual impone hacerles frente : enarcar la pelambre y poner el rabo como espada majestuosa.

 Ah! Ya me rendirán pleitesía estas mismas damas .Ya saldrán de cacería para alimentar mi leonada apariencia. La escuadra completa se ha movido hacia el poniente. Lejanamente se mueven unos cuerpos languidos, terrosos. Llevan cornamentas o mástiles con los lienzos hechos jirones. Quizás si mi madre fuese una oca develaría las incógnitas.

 El leonaje yace agazapado contra el suelo oyendo el avanzar de lo desconocido.Solamente a mí me sucede en este instante que mi madre me jale del pellejo y colgando de sus fauces me porte a la guarida.

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