BORGES Y SWEDENBORG
Continuando
esta serie de “relatos de la Otra Esfera” os traemos hoy
algunos fragmentos de un Ensayo acerca de Emanuel
Swedenborg, que Jorge Luis Borges le dedicara , y donde ya
desde las primeras líneas nos hace saber de Emanuel
Swedenborg “ que recorrió este Mundo y los otros, lúcido y
laborioso” , como lo testimonian los nueve volúmenes de
ARCANA CAELESTIA,además de toda su obra anterior dedicada a
temas diversos, entre ellos la Mineralogía.
Mas
adelante nos dice Borges: “Como Buddha ,Swedenborg reprueba
el ascetismo, que empobrece y puede anular a los hombres. En el
confín del Cielo vio a un eremita que se había propuesto
ganarlo y que, durante su vida mortal había buscado la
soledad y el desierto.Alcanzada la meta , el bienaventurado
descubre que no puede seguir la conversación de los ángeles
ni penetrar las complejidades del Paraíso. Finalmente le
permiten proyectar a su alrededor una alucinadora imagen del
yermo. Ahí está ahora, como estuvo en la tierra,
mortificándose y rezando, pero sin la esperanza del cielo”
.
¿Por
qué Swedenborg reprobaba el ascetismo? Porque los Seres hemos
surgido del mismo Seno de la Divinidad y la Divinidad es por
sobre todo AMOR y es obvio que los seres brotados de su
Seno debemos vivir nuestras Vidas generando y recibiendo Amor
el cual es el estado perfecto de nuestra Alma.
No
somos mejores personas por apartarnos de nuestro prójimo. Al
contrario. Al separarnos de nuestro entorno estamos dejando
de corresponder a las corrientes de Amor que ciertamente nos
contienen. Apartados de la Humanidad, difícilmente recibimos y
damos Amor, que es lo esencial.
Lo
más penoso que le sucedió al eremita fué no tener siquiera
con quien dialogar. Con quien compartir palabras, gestos,
silencios, sonrisas y por que nó, lágrimas. De ahí que al
hallarse en la compañía de los Angeles, no comprende sus
diálogos.
Nos
refiere J.L.Borges en su ensayo que el padre de Emanuel fue un
eminente obispo luterano. “No deja de ser significativo que a
la salvación por la fe, piedra angular de la reforma que
predicó Lutero, antepusiera la salvación por las obras, que es
prueba fehaciente de aquella” .
Aquí
ingresamos en aquellas Palabras de los Evangelios: “La fe
sin obras muerta es “ . Quien posee Fe debe realizar sus
obras, con el pensamiento unido a una perseverante Humildad,
porque cada uno de nosotros ha venido a este Mundo a cumplir
una Misión, que en definitiva son obras, aunque adquieran la
forma de pequeñas losas de un Camino o imperceptibles
escalas que vamos reuniendo mediante las palabras para
aquellos que como nosotros buscamos las respuestas a los
infinitos por qué que trajimos al nacer.
Ilustración: Retrato de Swedenborg.The formula for Creating Heaven on Earth .
Comentarios
El maestro Borges, generoso en ingenio, siempre pintando en caravaggesco claroscuro sus cuadros. La claridad figurativa de su lucidez resaltando sobre la oscuridad de lo informe. Malabarista de la palabra, no ignora que, con ellas, traza estelas sobre el acaso. Lidia con Swedenborg, que no es morlaco sin cuernos, aunque algunos lo acabaran tachando de cabra loca (el mismo Kant, sin ir más lejos).
Se sirve el irrepetible bonaerense de la sugerente figura del polifacético sueco, tan pronto científico, tan tarde místico, para traernos a colación algunas de sus "ingeniosidades", como es la de negar utilidad alguna al ascetismo, y, para ello, se sirve de la muleta que es Bodhidharma. Ya, de pronto, sincretismo (muy en la línea de Swedenborg): cristianismo-budismo. En el breve párrafo que citas, Beatriz, se sigue un supuesto-trampa (como las que muchas veces utiliza, mago de la palabra y artero en fabulosos ardides): la renuncia, el desierto y el silencio, la soledad, engendra, no monstruos, sino idiotez: uno desaprende lo aprendido (y que quizás es lo que le ha llevado al desierto); de tanto dialogar consigo mismo (que es tanto como dialogar con el dios que uno lleva dentro —a decir del mismo Swedenborg), a uno se le olvida —según Borges— comunicarse con el otro, con los otros, así sean ángeles, por lo que (conclusión de pirueta mortal) no podrá acceder al cielo pretendido por "extranjero" o "extraño" al lenguaje comunicativo (¿?).
La esperanza de los que eligen el ascetismo, cuando es producto de una búsqueda consciente y racional, o inmanente e intuitiva, no es entrar en el cielo, sino constatar que se está en él. Solo que a veces el fragor de la existencia es tan horrísono, y la sensibilidad para percibir el cielo está tan amortiguada o comprometida, que uno ha de buscar la ausencia de ruido y la soledad para sentir el cielo en el cual habita (porque, no nos engañemos, estos ascetas "lúcidos", saben que la vida que se vive es la única que hay, y en ella están fundidos cielo, infierno y aun purgatorio, dependiendo sólo la propia disposición para sentirse poblador de uno u otro).
Borges, el demiurgo de mundos transparentes, fue un ladino que utilizó el saber de los otros en beneficio de su ingente inventiva, de su insaciable imaginación. Y así fundó regiones nuevas... forzando ajenas geografías.
Esta anécdota/fábula que aquí nos cuenta, a través de los ojos alucinados del Swedenborg vilipendiado por Kant, es un trampantojo muy bien imaginado, pero no por ello es real.
Buda renunció al ascetismo extremo, sí, y abogó por la "Vía del Medio". Con ello sólo quiso transmitir la idea de que, como tú bien dices Beatriz, a cada uno nos cabe una misión; a todos y cada uno: a los ascetas también. Nada sobra en la existencia, y nada ganamos en querer o pretender que algo no exista, existirá si es "deseo" de la existencia (conatus lo llamó Spinoza). Lo demás son juegos de palabras.
Ni tan siquiera es una certeza absoluta, mi querida amiga, que el ser del hombre haya de regirse por el amor. Ni tan siquiera por el Amor con mayúsculas. No por gritarlo más fuerte será más verdad. Sería bonito, pero no es verdad. Sólo el amor de lo existente a la propia existencia es lo único verdadero. Dios sólo es voluntad de ser; y el cómo cada cual quiera acceder a ese ser, a ese dios, que todos portamos con nosotros, es válido. Lo demás es pretender que el mundo se acomode a nuestras necesidades. Borges y Swedenborg, también.
Gracias por proponer, Beatriz.
Un abrazo a todos.
Cordiales saludos. Beatriz.