ENCUENTRO EN LA ROCHELLE






Un inesperado encuentro con mon ami Pierre – nada menos que en las proximidades del Puerto de La Rochelle – kilómetros al sur de la Bretaña francesa, alejados del accionar de los gilets jaunes, y tras algunas consideraciones del implacable presente que van viviendo tantas naciones, nos hemos puesto nostálgicos. - ¿Sabes, Pierre que se dice que fue aquí, en el Puerto de La Rochelle donde los Caballeros Templarios descargaron su tesoro ? Pues sí, aquí comenzó a rodar el oro con el que se construyeron las grandes catedrales góticas. Más, el oro no lo trajeron de Jerusalem, sino de un mítico punto ubicado entre unas cadenas de montañas, al sur de un continente de los que el Rey Salomón tenía datos ciertos.



Nos hemos refugiado en una vieja taberna, de quien sabe que siglo, y le comento a Pierre, lo que decía mi bisabuelo Calixto, que se hacía traer por mi finado padre el matutino que se vendía en el pueblo principal de donde vivíamos. Calixto nacido en la segunda mitad del siglo XIX, y concluía sus lecturas con unas palabras que para nosotros – simples críos- decía al final : “Habrá otra guerra “ . Y a continuación, si Padre estaba cerca le advertía: “Guarda trigo, cebada y cuanto resista al tiempo. Vienen malas épocas !” . Y vinieron.


Mas cuando llegara la mala época, ya nuestro Padre había instalado a toda la familia en la ciudad y también había comprado las tierras del Tecle.



Nunca nadie había visto al Tecle. La casona se veía alta y amplia, y solo poseía cuatro ventanucos ubicados en las cuatro uniones de los muros de la casa. Tampoco había escalera para subir al piso alto. En los tiempos del Tecle - decían - hacía descender una escala hecha de sogas y trozos de madera para que subiera quien lo hubiera menester, y luego el mismo Tecle o su criado la recogían. En la ciudad se decía que había sido un apasionado político y la casona la hizo construír como para fortaleza. Cierto o nó, temía ser hallado por sus enemigos.


Tenía un viñedo importante. Y aunque siempre se dijo que no se debe dar agua a las viñas , pues él mandaba al criado a darles agua según la escasez de lluvias.


Ya de mocitos, cuando mis hermanos y yo mismo comenzamos a frecuentar la taberna del pueblo, el Tecle - del que no se sabía con exactitud cuándo había ido a rendir cuentas a San Pedro – al igual que El Burro de Oro, otro de los personajes de por allí, seguían en la memoria de los parroquianos. ¿Quién era el Burro de Oro ? Mucho discutían, porque exactamente usaban ese apodo mas no había consenso a quien en verdad pertenecía. Era , desde luego el hombre más rico y poderoso del lugar.


Muy cumplido con las damas de su familia, el sospechado Burro de Oro en persona conducía la calesa para llevar de tiendas al poblado. Al verles llegar, los tenderos preparaban sus mejores sillas para hacer tomar asiento a la comitiva. Contaba un ex dependiente que tras desplegar todo el protocolo reservado a los clientes adinerados, con mucho tacto preguntaban a la dama sus preferencias . Y una tarde, tras mostrarle lo menos 50 rollos de telas, se decidió. Al dependiente se le iluminaron los ojos. Al fin, iba a proceder a cortar el paño! “Dígame Ud. Cuánto metraje le corto de aquí...” le preguntara. “¿Metraje? Chico, con 15 centímetros estoy más que cumplida. Que quiero hacerle una caperuza a nuestro gallo ,para la invernada!”


Al fin nos hemos despedido convencidos que todo tiempo pasado fue peor.









Foto: Restaurante Creperie du Vieuz Port La Rochelle

Comentarios

Albada Dos ha dicho que…
Interesante le post. Una narrativa ubicada en un tiempo. Un gusto leerte

Un abrazo y feliz noche
Anónimo ha dicho que…
Hola, Beatriz. Hola a todos:

Relato con efluvios de crónica equinoccial, pongamos la que explicita la conradiana novela Nostromo.
Aroma de un pasado en el que la realidad más actual, la leyenda, la mitología y la superstición se enredaban como rabos de cerezas; imposible discernir dónde empieza una y acaban las otras.
Bellamente descriptivo, mágico y evocador.

Como siempre, un placer leerte, amiga mía.
Un abrazo a todos.

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