EL TRIUNFADOR
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Era
 yo  poco mas que un crío ,cuando conocí al  triunfador. Acababa de
 obtener  su  título de  Maestro  Mayor de Obra,y respaldado por su 
señor  padre, que tenía  una  pequeña  empresa  constructora, se 
sentía el  chaval  dueño del Mundo. Era  mas  bien alto. De buen
parecer, y en cuantito  llegaba a  la  casa familiar – que no era 
pequeña – ya  venían  los perros  en  tropel  a recibirlo  y 
era  toda una algarabía  de  ladridos alegres  y  saltos  perrunos. 
 
Que
aún no se  bien  como  fue  que vino mi  familia de
entonces  a ser  invitados a  la  boda  de este  hombre. Imagináos !
 La  novia  pertenecía  a  una de  las  familias  mas  poderosas de 
la  ciudad,  dueños  de  la  industria  textil  mejor  equipada ,que
por  supuesto  eligieron  para la ceremonia nupcial  la  parroquia
mas  alta  y  larga , aunque  sus  altos  y  sus  largos  no  guarden
 proporción. Que  a la curia  también  les  construyen  flor de
bodrios ! Ya puedes   adornar  los templos con vitreaux  tallados en
la  misma Francia, que cuando  los coros  lanzan sus  voces , ahí
aparecen  los ecos y las truncadas  armonías. 
 
Como
 os dije, alta  y  larga  la  iglesia , con  sus cincuenta  metros de
recorrido  hasta  llegar al  altar  principal,  que  por  los 
costados  había  otros  altares,  todos ellos  exponentes  del 
agradecimiento  de  unos  fieles  que  habían  recibido  alguna  
inmensa  Gracia  de  Nuestro  Señor. 
 
Iba
 la  novia  con  sus  leves  capas  de  tules  y  encajes , llevando 
la  cola  como las  princesas  de  las  reales  casas  y   detrás 
los  chiquillos de  su  cortejo  sembrando  pétalos  de  rosas. El 
barrio  entero  estaba  allí  , entonces,  admirando  a  la 
desposada  pasar   por  entre  las  guirnaldas  de  flores 
auténticas ,  bellamente  trenzadas . La  flor  y  nata de  la 
colectividad  italiana  sentados  o  de  pié,  luciendo  sus  galas 
y  sus  joyas . Qué  tiempos !  Cuando  diez  sastrerías  del  mas
alto  nivel  no  podían  cumplir  con  su  nómina  de  clientes ! 
Y  las casas de  alta  costura  vivían  buscando y  rebuscando  las
mejores  modistas  de  los  barrios  para  incorporarlas a  sus 
talleres . 
Y
en  medio de aquél  desfile de  elegancias, allí  estaba,  al  pié
 del  altar,  EL TRIUNFADOR . Con su  aire  contenido y  ausente. 
 
Que
con el  tiempo, fué  otro  varón  domado  que  debía quitarse  los
 zapatos antes de  entrar  por el  portal  de  su  casa. 
 
Años
 pasaron. Años prósperos  y  aciagos.  Con lentitud  se  esparció
la  noticia  de la quiebra  de  aquella industria  textil de la que
era  dueño  el  padre  de  aquella  novia. ¿Qué como era  posible?
 Tan sencillo  como  que ese   hombre  había adquirido  en  Alemania
 una compleja  máquina automática, de esas que  trabajan  las  24 
horas  del  día,  y  con las  facilidades  que  los  bancos  daban 
en aquellos  tiempos,  se  había  endeudado  en  alrededor  de 
medio  millón  de  dólares. Para  concretar  la  operación,  el 
hombre  había  avalado  la  operación  crediticia  con  nada  menos
 que  su  propia  residencia :  un  chalet  de  tres  plantas ,
ubicado   en  medio  de  un   parque  maravilloso  que ocupaba  media
 manzana  y  que  había sido  propiedad  de  una  estrella  de  cine
. El  hombre  lo  perdió todo. Su  planta  industrial   y   aquella 
mansión  emblemática. Cayó  su  patrimonio  íntegro  en  poder 
de sus acreedores. 
 
El
 Triunfador , el que había dado el  braguetazo,  ahora  había 
pasado a  engrosar  las filas  de  aquellos  que  van  cayendo en 
desgracia. Que  un  día  te  tropiezas  con  un  Juez,  y  a  los 
pocos  días  con  otro. Y  tu  nombre  va  barajado  entre  un mazo 
de  naipes  que  va  pasando  de  mano en  mano. Si  todavía  te 
atreves a  prosperar, con el tiempo – que todo lo  consume  sin 
asco  –  no te queda  ni  un seco  mendrugo  de  tus ganancias. 
 
El
 Triunfador, como   tantos  otros fue  ingresando  en un  cono  de 
sombras  cuando  en  aquella  ciudad  ya  nadie  invertía  en 
propiedades  inmuebles , y  el  turismo  se  iba  cayendo  y 
tropezando  con  la  corrupción  de  los  sucesivos gobiernos. 
 
Y
  hoy  mismo  me  lo encontré   en  un  chiringuito  de esos  que 
te  cobran  los  impuestos en  horas  no  bancarias. Que  me  costó 
reconocerle. 
 
No
solo  ha  perdido  estatura, ha  perdido  aquéllos bríos de  corcel
 del  Piemonte  y  los  círculos de  estrellitas  que le prolongaban
 su halo glorioso   cada  vez  que  los  perros  de su  casa  salían
a  recibirle . Cojea  de  una  pierna,  y en  cuantito  observó que 
había  lo menos  media  hora  de  espera  se  ha  marchado. O  tal 
vez  porque  por  primera  vez en su  vida  nos ha  visto. Que  eso
es  lo que tienen los  triunfadores:  no  ven  a  las personas  de 
su entorno.Para  ellos  somos  lentas  sombras  que  nos  movemos a 
bordo  de  nuestras  propias  piernas,  invierno  y  verano,  otoño
y  primavera. Pero,  ojito, eh? Cualquier  comparación  con  otros  triunfadores, es  producto   de  vuestra   fantasía .  | 

Comentarios
¿Cualquier parecido es producto de la fantasía? ¿O sea que es un relato ficticio? Difícil sería no establecer analogías con este triunfador y muchos de los que pululan por la vida misma, que, vamos, arduo resulta no toparse con alguno si uno sale a la calle, cualquier calle de cualquier ciudad de, al menos, nuestro país (sea España o Argentina, Italia o cualquier otro, afecto a nuestra cultura).
¿Braguetazo? ¡hum! No me suena. ¿Altivez? ¡hum! Tampoco me resulta familiar. ¿Orgullo, vanagloria? Pues no... no caigo. Es que te inventas unos guiones, querida Beatriz, pletóricos de fantasía y alucinantes tramas... ¡Vamos hombre! ¿Quién podría imaginar semejantes especímenes?
¡Hum! Ahora que caigo, creo que yo he conocido a varios con características semejantes, pero, no sé, al verlos así, tan admirablemente descritos, me he despistado, y creí, amiga mía, que tu imaginación recreaba seres imposibles engastados, como joyitas, en collares de bellas palabras...
Un abrazo a todos.. y cuidaos de los "idus de marzo", que este año (menos para los argentinos) bienen agoreros.