EL SIBERIANO
Es
uno de esos días en que la nube no puede remontar vuelo . Las
aves se abren de alas y la humanidad se refugia en la
mansedumbre del oleaje buscando frescura. Hasta el mismo mar está
cansado.
Ella
no se agazapa. Oye simplemente el crecer de la hierba en la
oscura piel terrosa. Cada vez que se encuentran , hay un campo de
revelaciones que se regalan mutuamente, por puro amor.
Ambos
entrecierran los ojos. Desde
un sitio improvisado, una actriz irrumpe sobre un escenario. Explica
a su auditorio el hecho fortuito del porqué ningún gobernante
transforma en realidad las promesas declamadas, vociferadas de
cara al Pueblo durante la campaña electoral.
“El
Cuestor es cruel. Les ha concedido ganar las elecciones, ser
electos no para gobernar, sino para que se entreguen al arte
rastrero de robar y mentir, volver a robar y volver a mentir
siempre a la gente que fue a ponerles su papeleta, confiados en
ellos.”
Mientras
la actriz sobre el escenario modula bellamente las palabras, él
recuerda al Siberiano, un hombre joven - ingeniero de
sistemas ferroviarios - con el que trabajó en algún país lejano
en el tiempo y la distancia.
El
Siberiano - le llamaba así por lo complicado de su largo
apellido- era un hombre mas bien risueño, pero a poco de entablar
conversación, su interlocutor caía en una realidad diferente.
Alguna vez hilvanó la historia de un pueblo al que ningún
político llegaba , porque el tren mas cercano les dejaba a una
distancia mayor de cien kilómetros y nadie estaba dispuesto a
recorrer tanto camino por apenas 500 votos. La gente del
lugar hizo algo: como ninguno necesitaba usar las viejas
loncheras comenzaron a llenar el recipiente que había en cada
casa con los nombres y apellidos de cada candidato que rehusaba
llegar hasta el pueblo y acto seguido las colgaban en un viejo poste o la guarecían arriba de las casetas de los perros. A esos nombres fueron añadiendo los
nombres y apellidos de las esposas de los candidatos y luego
sumaron también el de los hijos y las amantes.
Hay
que considerar que la vida en Siberia equivale a diez vidas
de cualquier pueblo en la isla mas remota de este globo. Los
habitantes son altamente sociables y sea por pasar el rato,
o por verdadero interés en los intríngulis gubernamentales ,
el investigar los nombres y apellidos que se guardaban en las
loncheras era una tarea de alta responsabilidad, porque, esto
de encerrar a las personas mediante sus nombres, puede dar
ocasión de cometer errores graves.
¿Qué
errores ? El Siberiano hacía alusión a problemas Eticos. A
cuestiones relacionadas con la Consciencia.
La
voz de la actriz vuelve a capturar la atención:
“La
gente no se olvida del candidato que dijo que jamás iba a bajar
las pensiones y lo primero que hizo no más asentar sus orondas
nalgas presidiendo el gobierno, fue vaciar los millones de las
Cajas de Jubilaciones, para tapar la boca a los acreedores que
les aportaron - no por amistad, sino por avaricia en estado
consagratorio - sus buenos o falsos milloncetes para la campaña
electoral. Además hicieron otra cosa: filmar algunas escenas de
vida ultra privada del candidato y su séquito.”
“Tened
presente – dice la actriz sobre el escenario – que el Cuestor
concedió a los políticos que obtuvieron el triunfo sobre sus
oponentes, cumplir sus deseos, sus aspiraciones declaradas y
ocultas. A ninguno de los Titiriteros de la Política les hizo
conocer el precio por la osadía. Pero a continuación llamó a
los mejores Jefes de la Policía y simplemente les dijo:
“Ragazzi: les recomiendo seguir a los nuevos próceres tanto a
la sombra como al sol y escuchar siempre sus mensajes “ .Nunca
les sugiere: “Grabad lo que dicen” .
Risas
y aplausos jalonan el final del parlamento.
El
sonríe. Y continúa: “El siberiano relataba que la gente de
aquel pueblo leía los matutinos con días, semanas de
atraso. Aún así discutían los acontecimientos, se reforzaban las
opiniones o se dejaban caer por absurdas, pero la indiferencia
no cabía en ellos. A su modo vivían una auténtica república. No
se aprobaba ninguna innovación en el pueblo sin debatir
minuciosamente todos los aspectos que estaban implicados. Si
alguien tenía una idea, la anotaba con sumo cuidado, eligiendo
las palabras, para que se viera que quien la proponía era alguien
con bases respetables . Estaban tan enterados de las situaciones
de la Nación que, cuando la presión política subía, ellos
realizaban una Asamblea en la que participaban todos los vecinos
y se procedía a votar.
De
triunfar el SI , se convocaba a una ceremonia casi protocolar,
donde los dueños de las loncheras se instalaban en círculo en
la plaza del pueblo y mientras la banda de Música procedía a
tocar los compases de alguna marcha fúnebre para que todo el
acto cobrase un auténtico sentido patriótico, uno por uno
los dueños de las loncheras arrojaban las listas de nombres
a la luz solar dentro de un contenedor de basura.
Créase
o nó : en poco tiempo iban cayendo en desgracia uno tras otro .
Ministros, Viceministros, Secretarios, y al final el mismo
Presidente, terminaban abruptamente sus mandatos. Así la Historia
– como cualquier juego de naipes - era nuevamente mezclada ,
barajada y el mismo Cuestor lanzaba las ocultas figuras como en
cualquier Casino.-
Foto: www.laverdad.es / Músicos actuando en el XXI Festival de Bandas de Música.
Comentarios
Buebo, bueno. ¿Qué tenemos aquí? Uno de esos relatos al más puro estilo "basenjiniano", donde la trama está hilvanada a cualquier época, en cualquier lugar, y donde la realidad se trenza a una fantasía demasiado cercana y familiar... para serlo.
Es uno de esos retazos, como bruma desgajándose entre los arrabales de la cotidianeidad, que le dejan a uno como sumido en una especie de sueño, o ilusión, o déjà vu, con las características de la ensoñación. También, puede ser, con la sensación de haber sido traspasado por una barahúnda de voces dispersas pero mágicamente abigarradas en tono evocador.
Lo que sucede, sucede, pese a lo que nosotros creamos o queramos. La realidad se escribe (la escriba un Cuestor o el Siberiano) sobre nuestro devenir como la lluvia escribe sobre el mar, o la tormenta de arena sobre el desierto: sin historia, pero con materia; sin eco, pero con voz; sin memoria, pero con tozudez.
En pocas palabras, de forma sencilla: la realidad se nutre de la fantasía (y no al revés), sin ella la realidad no sería, porque la fantasía fue lo que hizo salir a Dios de su ensimismamiento para contemplarse en un continuo y eterno devenir (y a nosotros con él).
Gracias, Beatriz por sugerir.
Un abrazo a todos.
Un beso