EL BROMISTA
Hércule había heredado de su Nonno una bici de esas que
todos los muchachos del pueblo anhelaban para pasar como
flechas junto a las ragazzas . Comenzó Hércule llevando recados al boticario y distribuyendo las medicinas
a la gente de la zona. Como era un muchacho emprendedor
desde antes del verano llevaba un carrito donde también
portaba frutas de la estación que ofrecía a los clientes del
farmacista. Hércule era guapo, simpático, se había agendado
en la memoria los chistes más picantitos de aquellos tiempos
y prosperó tal como esperaba, al punto de casarse con la
Giovanna muy jóvenes ambos.
Poco tiempo llevaban de casados cuando tuvo noticia que en
Alemania se pagaban los sueldos más altos y sin pensarlo
demasiado, se largó junto a otros hombres jóvenes a la
pujante Alemania, favorecida por el Plan Marshall para
resurgir de sus propias cenizas. Partió con la promesa de
regresar cada 2 o 3 meses para pasar unos días con su
Giovanna.
Mas a los tres meses, Hércule recién había completado el
aprendizaje de una complicada máquina, y pasó casi dos
años para visitar a su esposa.
La sorpresa que tuvo al llegar al hogar, lo dejó mudo.
Giovanna tenía un bebé recién nacido, que desde luego no
era hijo suyo.
En el pueblo el bebé de Giovanna era la noticia mas
llevada y traída en muchos años.Máxime que Giovana hacía
tiempo estaba encargada de las tareas de limpieza de la
Parroquia y la casa del cura. De modo que estaba más que
cantada a quién correspondía la paternidad del niño.
Fue enterarse la vecindad del arribo de Hércule y como por
arte de magia el cura, Don Francesco, desapareció sin dejar
rastros.
Luego de todas las explicaciones recibidas, Hércule ya no
sabía si podía seguir considerando a Giovanna esposa suya.
Le preguntó directamente si el cura le daría su propio
apellido al bebé.
-Non lo só ! - contestó la mujer casi temblando.
-Ni siquiera te has ocupado de que tu hijo lleve el
apellido del padre?
Giovanna no tenía palabras. Hércule tomó sus petates y se
volvió a Alemania.
Allá trabó trato con un fraile nacido en Rosciano y le
dijo que el síndico del pueblo estaba buscando al cura
Don Francesco, porque había resultado heredero de un
importante antepasado.
Interesado el fraile se ocupó de averiguar el paradero de Don
Francesco. No fue nada fácil. Por alguna razón sus
superiores no lograban informaciones o bien la negaban. Tres
años más tarde supo que se había hecho cargo de una
Parroquia en la ciudad de Rosario, en Argentina.
Hércules tragó saliva y se limitó a decir lo importante que
sería tener el domicilio del cura, para enterarle de la
herencia. Y la obtuvo.
Ya estaba por escribirle una carta super alentadora con el
nombre de un notario que vivía en Fano, cuando
inesperadamente el fraile le informó que el tal Don Francesco
había regresado a su antigua parroquia.
-Jesucristo sea loado! - exclamó, y tramitó una licencia en la
fábrica donde trabajaba.
Llegó en silencio como la vez anterior, pero pilotando un
Volkswagen Beetle recién salido de fábrica.
La mujer se había transformado en la sombra de lo que
alguna vez había sido. La gente del lugar se había apiadado
tanto de ella y de la criatura, y de un modo u otro la
ayudaban.
- Bien, Giovanna, he traído la solución para tu vida y la
de tu hijo. El cura si o si te va a reconocer su paternidad.
Vas a ir en su busca, y le dirás que quiero hablar con él
de hombre a hombre.
Aunque ganada por el miedo y el llanto, la mujer fue en
busca de su amante. Nada le dijo a Don Francesco que su
marido estaba de regreso. De modo que muy alegremente el
guapo Francesco se encaminó a casa de Giovanna. El auto
alemán allí mismo estacionado lo dejó sin aliento.
Nunca se imaginó que allí le esperaba Hércule.
A lo primero felicitó al cura por el hermoso hijo que
había tenido con su Giovanna.
“Pasemos de la infidelidad original, Francesco. Quiero
hablar contigo en privado. Vamos a la caseta del vitello “
Muerto de susto el cura siguió a Hércule sin chistar.
Ya dentro de la caseta le preguntó: ¿Vas a reconocer al niño
de Giovanna como hijo?
Ya nos podemos imaginar todas las excusas del curita.
Entonces Hércule sacó una pistola del bolsillo de la
chaqueta. Lo encañonó y le dijo:
-Quitate los pantalones, los calzones también.
Don Francesco transpiraba. Ya desnudo de la cintura hacia
abajo, en unos movimientos como de saltos en torno al cura,
lo amarró por las piernas al cuerpo del ternero, que llevaba
horas sin alimentarse de las ubres de su madre.
-Ahora en compañía del vitello seguro va a cambiar de
planes. Ya Ud. Tomó lo que era legítimamente mío y sedujo
a mi mujer. Ahora me corresponde a mí gastarle la broma.
Hércule lo dejó solo en compañía del ternero.
Antes de media hora el cura gritaba : “Piedad, piedad! Lo
reconozco! Es hijo mío! Libérteme de este ternero que me
va a matar con su repulido!!”.
-¿Cómo dices ? Le respondió el dueño de casa.” Grita un
poco más, porque no se oye bien desde aquí !!”
Ilustración: fr.123rf.com
Comentarios
Un abrazo
Hola, Beatriz. Hola a todos:
Menuda forma de extorsionar. Con mucho más humor y menos horror que la administrada por Don Vito Corleone, de la mano de Luca Brassi, para convencer a aquel director reacio a contratar al trasunto de Franck Sinatra en la celebérrima y excelente película mafiosa de Coppola.
Hércule, merecía serlo Poirot; al menos no destila menos humor ni menos imaginación. Qué genio del horror morboso que se resuelve en lo cómico.
Pobrecito el ternerillo hambriento, que por muchos esfuerzos que realizara nada sacaría de aquella mimesis de ubre (o, al menos, no todo lo que esperaría... jajajajaja).
Al listo de Don Francesco (¡hay tantos!) se le acabó el chollo de chupar del bote eclesiástico.
Narración divertida, muy bien planteada y desarrollada, y con un final inesperado; es decir: lo mejor que se puede decir y esperar de una narración.
Te felicito Beatriz, y agradezco tu estro narrativo.
Un abrazo a todos.