REGALO DE CUMPLEAÑOS


 

La  ciudad era  mejor de lo que le habían contado. No se podían  ubicar  las  esquinas  y  menos cuanto  se  erguía de uno y  otro lado de las calles. Puro vidrio, colores, cosas  de las  que no tenía  la menor  idea de  para qué servían. A veces entraba en  los grandes  locales  para  ver  más  de  cerca. Cuando algún empleado  llegaba  para atenderlo  y le  preguntaba qué necesitaba, tan solo respondía : ”Ese es el problema: no se  cómo se  llama lo que busco!”  y el empleado, considerando que era  un chico que parecía grande, le sugería que mirara  en los  mostradores,  por si  aparecía  lo que buscaba.

No  solo  no  aprendía los  nombres de las  calles – porque le costaba  juntar las letras – sino que  dependía de los  números de  los  colectivos que  se detenían en las paradas. Pero él prefería caminar. Así fue  que llegó el día del  Cumpleaños de la  Mama. Allá en el pueblo iba a buscar  florecitas  que crecían en los costados de  los caminos. Mas en la  ciudad,  la gente  se regalaba  cosas. No sabía  qué. Alguien le invitó a recorrer  algunas  zonas  céntricas donde  los locales de  venta  se  apiñaban unos  contra  otros. Miraba  con avidez  la  infinidad  de  objetos  y  los  números que los acompañaban. Escuchaba a otras personas que se referían a ellos  y a  los  precios. Como se decía en el  pueblo : lo que valían.

Lo peor de todo  era que  no tenía la menor idea  del uso  que la gente  de la ciudad le daba a  esas  cosas. Al final, cuando  encontró la  parada del  colectivo, vio  en una  vidriera  una  torta y  no pudo resistirse  a  mirarla de cerca . Estaba  pintada de dos  colores: blanco  y  una mezcla de  bellísimo  rosado, tan bonito, que sus ojos  no podían dejar de  admirarla.

Entró  en la  panadería. Preguntó cuánto  costaba la torta  de la vidriera. La  joven que le atendió le  dijo: ”Debo  preguntar a la dueña si esa torta  está a la  venta. Es  muy especial!”

Pronto vino con la respuesta: Si. Estaba a la venta. Pero eso sí, no tiene devolución.

Hizo un cálculo  de  cuánto dinero  llevaba  en  sus bolsillos y  dedujo que podía  comprarla.

La joven se la envolvió  en   papel  dorado  y le  puso  un moño bien rojo para la suerte.

Cuando al fin  llegó a la vivienda y se  la  entregó a  la  Mama, ella se emocionó  hasta  las  lágrimas. Su botija  le  traía  un regalo de Cumpleaños. Quitó  el  papel  brillante y  se quedo como extasiada  viendo aquella  torta.

“La  compraste  en la  panadería de la parada del  omnibus, cierto mi muchacho?”

Pos  sí , respondió  con alegría.

¡Sabe  qué,  mi  muchacho? Hoy  no la vamos a cortar. Hace  como  cuatro  meses que  había visto  esta torta en  la vidriera! Si  es que  no  pasó  medio año  desde  entonces. Tan bella como se la ve, mejor  la  ponemos de centro de mesa, para  que  las  visitas  la vean y se les haga  agua la boca.”

Foto: TORTAS DE CUMPLEAÑOS  MEDELLIN.

 

 

Comentarios

Albada Dos ha dicho que…
Amor filial. Pero dejarla de decoración no sé si era el destino de esa tarta, tal vez sí.

Buen texto. Un abrazo
Beatriz Basenji ha dicho que…
MUY BUENOS DIAS ALBADA DOS!! La torta llevaba entre 4 y seis meses de existencia en la vidriera !! No era comestible !!
Por ciertos lugares y con la pobreza reinante, la gente no puede comprar una torta de cumpleaños como la de la foto. Ni tampoco bizcochos o lo que por el Río de la Plata se llaman facturas y en España bollería. Otro abrazo para ti, ALBADA DOS!!
BEATRIZ.
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