EL IMPERIO EGIPCIO
La perra correteaba su alegría por el jardín, y él -
fijos los ojos en el cielo estrellado - observaba la oscura
profundidad que cedía a las luminarias de aquella noche de
verano. El miraba hacia “ el norte” cuando de improviso
algo que no era un meteoro se movía raudamente no demasiado alto, en la lejanía.
Era una luz velocísima que en vez de avanzar en línea
recta, se movía produciendo un zig-zag perfecto formando
ángulos rectos. Era algo increíble.
En ese momento tuvo
presente algo que Pitágoras había enseñado hacía más de
dos milenios: que dos puntos del espacio podían unirse a
la perfección quebrando la línea recta de tramo en tramo.
Pitágoras había aprendido todos sus conocimientos matemáticos
y geométricos en el país de los Egipcios, con los mejores
Maestros que allí enseñaban.
Aunque aquella luz potente y zigzagueante pronto desapareció,
la euforia le llevaba el cuerpo mientras regresaba seguido
por la perra.
Aquél episodio le ocurrió quizá en 1979, o tal vez en el
80.
En aquella noche sintió que todas sus indagaciones ahí
estaban.
Con su mente regresó a Puma Punku. Volvió a acariciar
los perfectos cortes de las piedras que ahí yacen. Esos
cortes perfectos iguales a los que había visto en el Valle
de los Reyes, siguiendo al guía de la excursión, que
explicaba en una mezcla de de francés, italiano y español
historias inventadas para engrandecer a los egipcios de estos
tiempos.
Algo que en verdad no le interesaba, porque él sentía en
su ser mas íntimo, que el Imperio Egipcio no databa de
hacía 3500 o 4 mil años, sino que era mucho mas antiguo
que el Diluvio Universal.
El era siempre el rezagado de las excursiones. El que se
perdía del grupo y luego aparecía .
Porque necesitaba acariciar con sus manos aquellos granitos
de más de cuatro centímetros de espesor - que se decía
eran los ataúdes del Buey Apis y sus descendientes -
tallados a la perfección por máquinas que nadie conocía.
Igual que las de Puma Punku , que eran las piezas de un
enorme edificio que nunca pudo armarse pieza por pieza,
como las grandes Catedrales góticas del Viejo Continente.
Mas, “alguien” tuvo un proyecto perfectamente diseñado y
logrado todas las piedras, que finalmente no pudo plantar
allá , a mas de 4 mil metros de altura en la plenitud de
la Cordillera de los Andes , no lejos del Lago Titicaca.
Cuando ya no pudo viajar, inició sus búsquedas a través
de las Redes . Fue descubriendo las revistas digitales de
algunas Universidades, y de tanto en tanto, una gema del
pasado Imperio Egipcio se plasmaba ante sus ojos: como cuando
se descubrió la momia de NESPAMEDU . el Oftalmólogo del Faraón. O
cuando supo que una expedición emprendida por unos
navegantes discípulos del sabio Eratóstenes, salieron con
una flotilla de barcos en el 232.A.C. desde el Mar Rojo,
ingresaron al Golfo de Aden para pasar de allí al Océano
Indico. Y tras dar la vuelta a la actual Nueva Zelanda, -
donde permanecieron algún tiempo – continuaron la travesía
hasta el Océano Pacífico.
Lo remontaron hacia el norte, siempre hacia el norte, y aparecieron en las
costas del actual Chile, donde dejaron ciertas inscripciones
en una cueva del Volcán Tinguiririca. Las mismas que dejaron
en otra cueva donde con seguridad hallaron cobijo - Nueva
Zelanda - y donde perdieron la TANAKA , una especie de
sextante que el mismo Eratóstenes les había dado, para
poder guiarse por los caminos de las estrellas . Lo último
que este hombre ha podido confirmar, gracias a los restos
de un papiro hallado en Turín, es que el Imperio Egipcio
abarcó 36 mil años.
Fuentes: Paul Gallez: “La Cola del Dragón”
National Geographic: Alienígenas Ancestrales.
“La Momia del Arqueológico era el Médico del Faraón” , EL
PAIS.es, 5/ 1 / 2019.
Ilustración: Blogs RTVE. es
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Un abrazo y feliz día
Beatriz.