LAS MEDIUMS

LA francesa era una de estas señoras de buen ver, en el umbral de los 40. Hablaba el español muy gracioso. Pechugona, de espaldas amplias, persistía en llevar las faldas exactamente en la mitad de la rodilla, lo que tendía a favorecerla por la sencilla razón que sus piernas eran cortas. Aunque su fémur era mas largo que en la mayoría de las personas.

Tenía un marido guapo que se dedicaba a la pesca de altura, por lo que, esta buena señora gozaba de semanas de soledad. Su propio marido, que debía ser un muy buen carpintero, le había hecho unos muebles copia de antiguos, que eran una preciosidad. Al punto que su casa parecía la antesala de un castillo propio de Hadas. Pero la franca señora, no estaba hecha para dar soporte a ningun tipo de soledades y luego de plumerear su pequeño reino, daba largos paseos caminando por donde se le antojaba.Iniciaba conversaciones con todo tipo de gente y hasta se animó a presentarse en la consulta de un famoso curandero que atendía en un buen barrio de gentes acaudaladas y elegantes.

El tiempo de la espera lo capitalizó tratando de averiguar los motivos de la consulta de unos y de otros.Así que, para cuando le llegó el turno, ya tenía decidido de que males culparse para concitar la total atención del manosanta.
Se trataba de un hombre que, aunque pasaba de la flor de la edad, se conservaba en buena forma.Tenía esos ojos celestes que tienen casi todos los brujos y hechiceros, una complexión robusta sin ser obeso. Había sido en sus buenos tiempos Comisario y muy respetado, por lo que, ninguno de sus colegas se le aparecía por el consultorio para acusarle de ejercer la medicina en forma clandestina. Al contrario. De las mismas comisarías le llegaban cabos y sargentos, y hasta algún Inspector,para consultarle sus dolencias .

Si realmente tenía conocimientos de Medicina o nó, era un misterio. Es posible que dominara algunos viejos libros que hacía décadas ya ningun estudiante consultaba.Sus recetas no pasaban de unos polvos de magnesio, algunas gotas digestivas , y las infaltables tabletas de cítricos efervescentes.Muy de cuando en cuando recetaba unas minúsculas botellitas de Juniperi Aetheroleum, que habia traído de sus viajes al país de los eslovenos.
En aquella primera aparición ,la francesa impresionó mas que bien al hombre, el cual, ni lerdo ni perezoso la invitó a concurrir a sus sesiones de espiritismo , las cuales tenian lugar en una vieja casona con paredes de adobe y techo de pajas prensadas, que llevaba lo menos un siglo allí donde casi no se la veía, tapada por sendos cercos de ligustros y rositas rococó, en una esquina poco transitada de una zona donde residían las elites de la ciudad.
El sábado, a la hora convenida fué. Allí se presentaba todo un elenco de “mediums” luciendo cada una las joyas familiares, para dar a conocer sus abolengos.

Se apagaron las luces principales y quedó tan solo una, débil, firme en un ángulo de la sala, y las voces comenzaron a oírse. Parecían mensajes instando a las presentes a tener sus pensamientos elevados a los piés de Cristo. Se sucedían las alabanzas a la Virgen María y una y otra vez se señalaba a LA HUMILDAD como el camino a seguir irrenunciablemente. Y cuando la primera oradora terminó su plática, despidiéndose dijo: “ OS HA HABLADO JUAN EL BAUTISTA” .

Bienaventurado JUAN !!” ,le despidieron las mediums a coro. Se fueron sucediendo las señoras en el uso de la palabra, solo interrumpidas por una prédica del mismo curandero, Don Salus, que hablaba de la doble misión de los allí presentes, como cristianos y como espíritus encarnados que estaban a los pies de Cristo, por lo cual todas sus buenas intenciones siempre que fuesen dirigidas al prójimo, iban a ser cumplidas por Nuestro Señor. “Haya Paz, hermanas” , repetía Don Salus cuando los murmullos femeninos interrumpían los discursos.
La francesa fué la última en tomar la palabra. Al final reveló que era JUANA DE ARCO y ahí mismo se desmayó exactamente en los brazos de Don Salus, que sintió junto a su propio pecho los senos poderosos y turgentes de esta buena señora. Escena que fué observada por todas las presentes - incluída la esposa de Don Salus – con fuerte impacto emocional.
Tanta era la emoción que la francesa obrara en el ánimo de Don Salus, que éste la invitó a ejercer como de diaconisa junto a él en sus prácticas curativas . Así que, todo el que pasaba por el consultorio era recibido por la intérprete de Juana de Arco, y aun procedía a ayudar a los pacientes a quitarse los abrigos y otras prendas , si era menester.
Sábado tras sábado, la francesa , tras cumplir con el mensaje de JUANA DE ARCO, volvía a desmayarse en los brazos de Don Salus, y ya el curandero aprovechaba para acariciarle los cabellos y dejar un casto beso en la frente de la casi doncella.

Para esto, la mujer de Don Salus había llegado al punto máximo de la irritación a causa de los celos.No se detuvo hasta conseguir traer a sus reuniones a una “medium” muy famosa que vivía en la zona rural y que era muy respetada por haber predicho algunos acontecimientos históricos.

Así hizo su debut Leonilda,en la que sería la última sesión organizada por Don Salus.Las presentes estaban tensas como cuerdas de violoncello.A ninguna les alcanzaban las orejas para registrar palabra por palabra. El mensaje de Leonilda resultó una especie de filípica dirigida a la francesa:”Hermanas, mantengamos en todo momento nuestra mente a los piés de Nuestro Señor Jesucristo. No divaguemos en tentaciones ni caigamos en los brazos del hermano Salus!” Al despedirse dijo ser SAN PEDRO. Nada menos que SAN PEDRO, el apóstol al que fueron concedidas LAS LLAVES. !!
Se hizo un silencio sepulcral. Así que Don Salus encendió nuevamente las luces, y la sesión se dió por concluída.
Algunas señoras se fueron estirando sus trompitas para que no se les escaparan en tropel quien sabe qué cantidad de palabras reprochables! Se comportaron como verdaderas damas. La dueña de casa estaba roja de furia y agitaba un abanico chino despidiendo a las visitantes.
Esa misma semana la francesa y Don Salus huyeron juntos, abandonando a sus respectivos cónyugues.







Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hola, Beatriz. Hola a todos.

¡Vaya! Si siempre es un placer demorarse en estos pagos, hoy el placer ha sido especialmente gratificante...

Pedir a una madre que elija al hijo preferido sabemos que es tarea vana, pues que en la maternidad va implícito el reparto equitativo del cariño entre todos sus vástagos. A mí, que obviamente no soy madre, me sucede lo mismo en multitud de facetas de la vida: la música, los vinos o licores, la literatura, la pintura... así con casi todo.

Por todo lo antedicho me resulta difícil decir lo que voy a decir: éste, Beatriz, es uno de los mejores relatos que has colgado aquí. Pulcro, redondo, interesante, muy bien construido, impecablemente resuelto. Una maravilla que se lee como se caminaría por una senda de montaña, allí donde la vegetación se abre, la cuesta se suaviza y se respira un aire fresco y puro.

Amiga mía, no sé qué pensarán los que lo lean, pero yo no sólo pienso sino que digo: Gracias, Beatriz, por este maravilloso obsequio (¿un regalito de reyes Magos a un mes vista?).

Que el espíritu de la "Navidad que nunca debe de cesar" os acompañe. Un abrazo a todos.

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