LA MADRE DE GABRIEL CRUZ RAMIREZ





Lo sucedido con el niño Gabriel – Pescaíto – en su Almería natal, ha dado la vuelta al Planeta varias veces en una semana.Ya todos conocemos los hechos y el desenlace fatal.


Mas, lo que nos mueve a escribir este post es la actitud y las palabras de la Mamá de este niño :
”No se extienda la rabia, que no se hable de esta mujer más, y que queden las buenas personas “.


“No quiero que todo termine con la rabia que esta mujer ha sembrado. Me gustaría que terminara en ese mar de gente que se ha movido: todos por Gabriel”. A la vez que ha agradecido el apoyo , los mensajes de cariño que ha recibido desde que el pequeño desapareció.
“Aunque no haya habido final feliz; el “Pescaíto” se nos va nadando hacia el cielo “.


 Si algo ha conseguido Gabriel es que estemos más unidos y que aprendamos a andar de nuevo, no se como, pero vamos a andar de nuevo “, ha señalado Patricia Ramírez. La madre de ese niño que con solo ver su sonrisa hacía alcanzar lo mas bello y puro de este Mundo.


 Son esas Santas Palabras pronunciadas por esta madre, a la que le han arrebatado de la peor manera a lo más amado que tenía en esta Tierra. Palabras dignas de un Jesús de Nazareth, que cuando recibió una bofetada, puso la otra mejilla. Palabras que todos debemos meditar muy mucho. Hay que tener mucha grandeza de ALMA , para decirlas cuando tienes a tu hijo muerto por el ensañamiento de una mujer amante del padre de este niño.


Fuente:La madre de Gabriel: “Pido que no se extienda la rabia”

 El País – versión digital – Madrid / 13 / 03 /2018.

Foto:D-Cerca.Periódico  local  de El  Ejido.






Comentarios

Albada Dos ha dicho que…
Una madre magnífica. Ojalá la rabia no se despierte en su corazón roto.

Un abrazo
Anónimo ha dicho que…
Tiempos de sequía, vísperas de inundación.

Habitualmente huyo, como alma que lleva el diablo, de los "circos" que se montan alrededor de las truculentas desgracias que periódicamente gotean sobre nuestras vidas.
Y digo que huyo porque es, sino la única, sí al menos la reacción lógica —y refleja— que me cabe como ser inteligente.

A mi no me van los sentimentalismos fundados en la sensiblería fácil, que apela a las entrañas y los bajos instintos, alimentados por el morbo de las bajas pasiones. Todas esas actitudes de las que se nutren los programas de los medios de comunicación (las televisiones, las radios), que los explotan con avidez carroñera. Esos bajos sentimientos que son los responsables de que gentes de la misma laya (intelectual) sentencien a muerte no sólo al culpable sino a todo el que se parezca a él (racismo, exclusión, intolerancia, tomando al verdugo como una sinécdoque de lo que creen que representa).

El caso de Gabriel, por duro e injusto que nos parezca, es uno más de los muchos crímenes que se perpetran diariamente contra niños en cualquier parte del mundo. Sólo que este nos toca más cerca. Y, es curioso, pero, entre otras consecuencias, tiene el poder de revelar lo mejor y lo peor que el ser humano tiene:

Lo peor: el asesinato en sí, la vida inocente que se siega; pero también la reacción visceral que causa en gentes que ni conocían a la víctima ("asesina", "negra de mierda", "que nos la dejen a nosotros", etc...). La gente, cuando se convierte en chusma airada y ciega de odio, da miedo, y no diría yo que menos miedo que la asesina celosa que planea su asesinato. Pero también también pertenece a lo peor la avidez de las cadenas de televisión por montar un circo en torno a la desgracia incomprensible; así como también pertenece a lo peor la utilización que de ello hacen los políticos para legislar "en caliente" o con fines de renta electoral).

Lo mejor: la eficacia de las fuerzas y cuerpos de seguridad, los informadores veraces, pero, sobre todo, lo mejor de lo mejor que este caso a revelado es la entereza de una madre destrozada que es capaz de llevar sobre sus hombros lo mejor que el ser humano puede ofrecer: lucidez en los momentos críticos, amor a la especie, y todo con el fin de ocultar con un bello manto de amor la ignominia del individuo aislado.

Como muy bien dices, Beatriz, la actitud de esta madre puede asimilarse a la de un Jesús de Nazaret ("Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen"), aunque también la actitud de toda esa gente airada puede asimilarse a las masas linchadoras que en todas las épocas están dispuestas a lapidar a quien se ponga por medio, o a condenar a un Jesús de Nazaret, sin ir más lejos.

Los asesinos no tienen color ni patria, pertenecen a la clase de los autoexcluidos, de los negacionistas, de aquellos que no sólo niegan la vida a aquel que matan, sino la suya propia como llama que alumbre el mundo. La madre de Gabriel ha decidido arder por los tres (o los cuatro): su hijo, la asesina de éste, su marido y ella misma. Que su luz llegue a todos los rincones y se alce sobre el oscurantismo de los callejones más sombríos del alma humana.

Gracias, Beatriz, por tu pulcra y aséptica crónica.

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