ESTAMOS FREGADOS





El joven no hablaba bien. Su lenguaje era tosco. Cuando comenzaba a decir, decía:”Estamos fregados”.


Oli no sabía que pensar, porque el joven y su hermano menor se veían mas bien sucios y desprolijos. Guma no hablaba casi. Solo movía la cabeza y cuando el joven y su hermano aparecían les llevaba de los bollos fritos de Oli que nadie comía al banco de piedra que estaba en la entrada de la casa.


Algunas veces Guma les hacía una pregunta: ¿Que hubo? Y ambos a la vez iniciaban el relato:


“Estamos fregados. Bien. Mal. La vieja sale a las mañanas muy temprano con un tazón vacío y cuando llega al caserío va tanteando los carruajes. Ella tiene un berbiquí dice. Si te doy tus 2 minutos de felicidad cuánto me regalas.El hombre se ríe y si es bueno le dá algunas monedas . Si es malo hace alguna cosa prohibida. Le dá unos pesos del país del norte y se larga cantando en su carro.”


Cuando a la vieja le vale su encanto nos trae comida. Ese día no estamos fregados. Nos hace sacar los catres al sol y cambiarles la paja. Somos ricos, dice la vieja. Hay que gozar del buen olor. Cuando viene subiendo a cuatro manos como los perros, estamos fregados. Nada trae. Nos echa su discurso: A volar malparidos. Bruto día que por debilidad me quedé con uno y luego con el otro. Debí dejarlos en la ventana de las monjas y que los regalen. “


Luego de lamer las migas de las frituras el joven y su hermano desaparecen. Guma arrastra las chanclas y junto al brasero se sienta y revuelve el cocido.

Algún día vinieron con la novedad que van a trasladar la Feria para el otro pueblo porque tienen una plaza muy grande y pueden entrar mas carruajes.


“Para la vieja va el asunto fregado. Ella dice: mucho caminar me enfría el alma. Los dedos se me agarrotan, lo juro. Entré a la botica y le dije al dueño deme algo que me dé calor. Se ha reído. ¿Qué clase de calor mi niña ? Le ha preguntado. Y la vieja para no decir una mala palabra se ha ido de la botica canturreando, para darle la contra porque nunca se sabe.”


Oli se ha unido a escuchar junto a Guma. Y al fin Oli que parece más entendida, ha dicho : “Iros al pueblo grande, donde el Monje. Hablad con él de rodillas y decir :Queremos vestir vuestros hábitos , así sean rotosos, para siempre. Iremos haciendo sonar la campanilla a tus pasos. Pasaremos el cepillo a tu casa y comeremos las sobras que ahora donas a los perros “.


Han abierto los ojos muy grandes y volvieron por la tarde para que Oli les repita las últimas palabras . “Estamos fregados. Mal. No bien. Porque nunca se sabe “ dijeron al despedirse.




Ilustración: Biblioteca Nacional de Maestros / Ministerio de Educación .

Comentarios

Albada Dos ha dicho que…
Me ha encantado esa vieja con el alma fría de mucho caminar.

Un relato magnífico. Un abrazo
Beatriz Basenji ha dicho que…
La miseria de tantos sitios, que ya no tiene bandera.Esa gente que habita los márgenes de todas las historias, en cualquier época.Y como la mayoría no los vemos, no tenemos noción de sus vidas. Un abrazo, ALBADA DOS !!

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