EL FABRICANTE DE CANICAS





De pequeño pasaba largos ratos con la naricita pegada a los gruesos vidrios tras los cuales su Padre , en medio de un laberinto de cañerías y raros recipientes manipulaba unas hermosas canicas.

Cuando comenzó la escuela primaria , toda vez que le entregaban el boletín de clasificaciones regresaba gozoso con la intención de mostrarlo a su progenitor. Pero, su Papá siempre estaba trabajando o saliendo con una pila de cajas sobre un transportador con solo dos ruedas. Ni al final de su trayecto primario, nunca el Padre posó su atenta mirada sobre los números que él obtenía. Estaba demasiado inmerso en sus pizarras plagadas de cifras y signos.


¿Cómo era posible - se preguntaba a diario - que él teniendo el privilegio que su Padre trabajara a solo diez pasos del hogar no tuviera TRES minúsculos minutos para mirar sus notas de colegial ?

Inesperadamente su Papá convocó a un par de hombres que comenzaron a excavar un pozo .el cual llegó a tener mas de diez metros de profundidad. Su diámetro nunca lo llegó a conocer con exactitud. Luego los hombres iniciaron el revestimiento del pozo. Allí comparecieron baldosas de un raro material. Días mas tarde, unas láminas de metal sumamente pesado fueron siendo adosadas a las baldosas . El tercer revestimiento fue una cámara de aire.



Tan poseídos estaban los operarios con el trabajo ,que ,por alguna razón muy especial, el niño Enhoc fue llevado a pasar unas vacaciones junto a su Mamá, su Abuela y su Tía Dina. Lo que nunca adivinó fue que nunca más volverían al hogar junto al Laboratorio de su Padre, y al punto que emprendieron un viaje más largo, al final su Papá se unió al resto de la familia y abordando una rara embarcación partieron hacia otro Continente.


Apenas atracó la nave en el Puerto, un grupo de personas bien vestidas , algunos con uniforme, los vinieron a buscar y los llevaron a la que sería su nueva casa en una zona encantadora de chalets al estilo suizo.


Cuando terminaron de desembalar sus pertenencias y ubicarlas en el nuevo hogar, Enhoc no pudo dejar de preguntar al Padre: ¿Donde has guardado tus canicas ?

El hombre se sentó en un sillón y con mucha calma le dijo: “Mmmmh... ya no las  tengo, he  debido  renunciar a  ellas !"

-Acaso las has perdido ? - insistió Enhoc.

Tras unos instantes de silencio el Padre respondió: No las he perdido. Simplemente he llegado a la conclusión que no deben ser halladas jamás !

- Eran tan hermosas - exclamó el niño - sobre todo cuando parecían encenderse y despedir chispas de fuego.

- Olvídalo. ¿Si ? - le respondió el Padre y abandonó el lugar.


Pasaron menos de diez años desde aquella mudanza, cuando las radios y los periódicos de todo el Mundo daban la noticia de lo sucedido en Hiroshima.

Aquella fue la mañana cuando vio a su padre llorar y luego desvanecerse mientras recorría la primera plana del periódico.

Nunca más fue el mismo hombre. Ni el mismo Padre. Solo repetía desconsolado: “Las encontraron, las encontraron !!!”




Foto:Villa  Alpina/ bestday.com.mx

Comentarios

Albada Dos ha dicho que…
Maravilloso, onírico y triste post. Qué magia desplegada en este texto. Esas canicas radioactivas saliendo a la luz, dando pie a un final de guerra horrible.

Un abrazo y feliz año nuevo

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