EL ELEFANTE BLANCO

Se dice que cuando alguien está sumergido en la aflicción, al borde de la desesperanza, sus sueños se abren hacia mundos gratos, donde todo es posible. Hace tiempo, una mujer de vida rutinaria vino a mi consulta. No estaba agobiada por problemas angustiosos, sino porque en su vida no sucedía nada. Cumplía con sus obligaciones y sus devociones familiares, y cada dia era un calco del siguiente.

 Leía en sus ratos de ocio. Consultaba sus Atlas, para saber donde transcurrían aquellas historias. Decía poseer una gran imaginación , pero cuando tomaba un crayón su mano se negaba a obedecer lo que su mente proponía. Una noche tuvo un sueño maravilloso. Transcurría en una populosa ciudad de la India. No estaba segura, pero creía que se trataba de un desfile de artistas, que en un movimiento perpetuo , mientras las caravanas cargadas de flores arrojaban collares multicolores a la multiud y joyas de fantasía, saltimbanquis ejecutaban sus alegres piruetas, los hombres lanzallamas se acercaban casi provocativos a la gente, arrojando sus fuegos y retrocediendo.

 Y allí mismo, no sabía ella muy bien como sucedió, se vio caminando en medio de esa multitud, seguida de un joven elefante blanco. Ella se vió acariciando las orejas del animal, sus adornos , y mientras ella deseaba caminar a la par del elefante, éste prefería seguir sus pasos. Así despertó. Con una felicidad inusitada. No volví a verla hasta hace unos dias. Esta mujer llegó, vestida con muselinas del Indostán . Su rostro se veía radiante, propio de un ser que gozara de una plenitud rebosante. Al punto que me hizo recordar la Madonna que ocupa la pared principal del templo de Nuestra Señora de Lourdes, en Francia. Esa Virgen que está mirando a cada uno de los allí presentes,y que parece decir :”Por tu FE no solo recibirás lo que pides, sino cinco veces lo que has pedido !”

 Alguien le ofreció un asiento, pero ella con dulzura lo rechazó. Se quedó de pié. A través de mis anteojos podía observar como iba paseando su mirada sobre cada una de las personas que allí esperaban . Finalmente me descubrió y vino a saludarme. Su tono de voz es tan bajo, que le sugerí instalarnos en la cafetería. Allí fuimos. Le pedí que me contara algo de su vida. A qué se debía esa felicidad que parecía derramar desde su persona.

 Su actitud cambió. Por un instante pareció navegar quien sabe por qué océanos. -Verá. Caminaba yo una tarde del final del verano rumbo a mi trabajo, cuando oí la voz de una persona que llamaba a alguien a viva voz. “ Ey, ey, señora, por favor, ayúda ! “ Miré en derredor pero a esa hora en ese lugar no había nadie mas que yo. La voz continuó clamando: “Ey, señora, aca arriba, ayuda, por favor!!” . Alcé la cabeza y vi a un hombre en el balcón del tercer piso. “Señora por favor, ayuda, pida al portero que me abra la puerta, me han dejado encerrado !” Por un instante dudé, pero automáticamente enfilé hacia el portal del edificio y comencé a apretar el botón de la portería. Luego de varios timbrazos, logré hablar con el portero del edificio y decirle que una persona pedía ayuda.

 El Portero procedió a abrir la puerta del departamento, y el hombre, sudoroso, limpiándo su rostro con un pañuelo , compareció ante nosotros, con un maletín y una prenda de vestir en la mano, feliz de librarse de la situación. “Llegar llegué después de media noche, mis amigos me recibieron, me instalaron en el diván del escritorio , pero se ve que me he quedado muy profundamente dormido , nadie me despertó y me encuentro encerrado. Gracias !!”

 “Gracias, nó. Ahora me va a enseñar Ud. sus documentos. No lo puedo dejar marchar así como así. La señora es testigo.” Cumplimos las demandas del portero y finalmente salimos del lugar. Ya en la vereda el hombre me agradecía y volvía agradecer el haber prestado atención a su reclamo. Estaba muy desesperado, porque ninguna persona pasaba por el lugar. Era la hora de la siesta. Le expliqué al hombre que yo simplemente marchaba hacia mi trabajo y ya mismo reanudaba mi camino. Insistió en acompañarme, y cuando una vez mas me volví para despedirme de él, sin cambiar de actitud me dijo: “Ya mismo voy a saludar al Gerente , para felicitarlo” Le supliqué que no lo hiciera, pero era tanta la euforia de este hombre, que no se podía contener. Allí mismo lo dejé, y me remití a mi oficina.

 Aquél día mi vida cambió para siempre. El Gerente me nombró a partir de entonces su asistente . El encuentro con aquél hombre, le significó lograr uno de los contratos mas importantes de aquel año, y con el tiempo, la empresa fué escalando posiciones hasta el nivel que ahora sostiene. Cuando llegué a mi casa, - aquél día - me esperaba un enorme ramo de flores y antes que hubiera transcurrido una semana, aquél hombre que clamaba por ayuda desde un balcón, me invitó a compartir una velada teatral , que resultó ser un espectáculo de esos que realizan los acróbatas chinos. Fuimos descubriendo poco a poco lo mucho que él y yo teníamos en común.

 No fué fácil. Janos hablaba unos cinco idiomas, y de pronto, su lenguaje español se le terminaba, y seguía hablando en el mejor de los casos en italiano. O podía ser inglés o alguna lengua eslava. Viajaba mucho . Fue a través de sus ausencias que comprendí cuanto significaba en mi vida este hombre. Me daba mucha alegría y a la vez mucho temor, porque los seres somos hijos de nuestro Destino. Es difícil vincularse a nivel de los sentimientos. ¿Cuántas veces los seres nos atraen, pero nosotros no les atraemos a ellos y viceversa ? 

Ya sabe Ud. que, no acostumbro a formular preguntas comprometedoras. Dejo a las personas que se expresen, que viertan de propia voluntad sus confidencias. De modo que yo iba coleccionando algo así como breves instantáneas de Janos, aptas para ir formando poco a poco un rompecabezas. No se si me comprende. Janos era un ser encantador. Cuando hablaba, no siempre lo que captaba a través de sus palabras me resultaba grato. Mas bien lo contrario. Lo atribuía a su escaso dominio del español. Pero, cuando las frases las armaba en italiano, me convencía menos. El , tal vez por las expresiones de mi rostro se daba cuenta que sus manifestaciones me eran francamente ingratas.

 Le soportaba con calma , hasta con buenas dosis de indulgencia, con la esperanza de hallar mas tarde, en su ausencia, un sentido . Una razón para esas palabras. Estos ejercicios me obligaron a autoanalizarme. ¿Qué era lo que tanto me atraía de Janos ? Su carisma, su desenvoltura no obstante sus múltiples medios de incomunicación ? De pronto me hablaba del caballo de Alejandro Magno, de ese caballo que no aceptaba ningún jinete sobre sus lomos. Pero cuando Alejandro con solo 12 años lo montó, el índómito caballo aceptó ser conducido por él. Luego bromeaba, diciendo que yo también, cuando reconociera a mi Alejandro Magno, aceptaré las mil batallas. Y se reía imaginando quien sabe que escena !

 Como ya le dije, Janos viajaba mucho. Nunca llegó a comunicarme a qué se dedicaba. Qué negocios movía. Tampoco me motivaba la curiosidad. Mientras lo tenía delante, disfrutaba de su compañía, de sus frases delirantes, de sus derroteros hacia ninguna parte. La nuestra era una rara amistad que yo atribuía al hecho de un exagerado agradecimiento hacia mi persona, y a esa necesidad que tenemos los seres , a contar con un punto de referencia, una columna que nos contenga. En definitiva, el ser que nos devuelve una imagen grata de nosotros mismos. Hasta llegué a ver en esta relación una mutua complacencia de nuestros propios egos. Nada más.

 Puedo decir que su presencia no me causaba sobresaltos ni alteraciones. Solía hacerme infinidad de preguntas. Me planteaba situaciones que jamás supe a quien correspondían. Hasta llegué a pensar que utilizaba mis respuestas de un modo concreto, porque solía anotarlas en una pequeña agenda. Y otras veces, directamente las grababa. Cuando regresaba de alguno de sus viajes, invariablemente llegaba con un enorme ramo de flores. Acaso añadía algún pequeño souvenir, de muy buen gusto , pero siempre algo pequeño, de cristal, jade, madera,cerámica o metal. Casi todas eran figuritas de animales. Así que fuí creando mi propio y particular zoo.

 Me prestaba libros y yo a él. Cuando estaba conmigo no tenía prisa. Nunca echaba una mirada a su reloj pulsera. Muchas veces me pidió que guardara en mi placard algun pequeño maletín. Lo recogía antes de salir de viaje. ¿Puede creer que esta relación no se agotó nunca? Un mediodía, el Gerente de mi empresa me dice: Tengo que darle una gran gran noticia. Por favor tome asiento. Nuestro amigo Janos la ha dejado a cargo de una Fundación que el ha presidido hasta ahora mismo. Es una Fundación que se dedica a brindar becas a niños víctimas de la violencia militar en diversos países. Hace mucho tiempo que él había pensado en Ud. Eso sí, tendrá que viajar mucho, como viajaba Janos. El ha confiado en su capacidad y en su poder organizativo. ¿Por qué me hace esto ? - le pregunté con desazón. -Porque Ud. fue la única persona que se desvió de su camino para darle auxilio cuando no sabía quien era y además, nunca lo supo.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hola Beatriz: Bonito relato.La bondad sin nombres,ni apellidos,sin detalles o encuestas tan sólo por un gesto de generosidad.Cuando el cielo está más gris que nunca ,siempre llueve,dejando consigo un aire limpio y fresco.
Besos!
Reyes

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