EL FATIGA
Hace
tiempo le dedicamos a Doña Clelia algun parrafito. Recordaremos
que Doña Clelia era una mujer de las abundantes, tanto que una
simple puerta de 80 centímetros de luz no le permitía pasar ni
de frente ni de perfil.Y las vecinas de larga lengua aludían
a su persona llamándole en voz baja “La Calesita” . Vamos,
que lo abundante de su humanidad le coincidía con la generosidad
del Alma ! Nos curaba a todos los críos del barrio el mal de
ojo y los empachos que se nos ponían de tanto comer tortitas
negras, de las que vendía la panadera, que era Olivia - la novia de
Popeye – en pinta!
Doña
Clelia aunque tuvo sus épocas de bonanza y de desdicha, acabó
siendo famosa en la vecindad a causa del Fatiga. Un perro
emparentado con fox-terrier , de esos que los niños adoptan de
cachorrillos y se convierten en la sal de la familia. Que el
Fatiga se estaba atento a todo, en especial lo que cae al suelo.
Pa engullirlo !!
El
asunto fue que el Fatiga, presionado por el reinado de Momo , que
como todo el mundo sabe acalora gentes y animales, decidió
escabullirse por un huequito de esos que los dueños de los perros
nunca nos apuntamos en la memoria. Y el Fatiga se fué a estrenar
el Mundo !
Para
cuando echaron la falta del perro, se había dado algunas
vueltas persiguiendo ese olor tan especial, tan encantador para
cualquier cánido que se precie: el olor a una hembra ! Allá
se fué siguiendo el aroma infalible.
En
cambio en la casa, toda la familia echándose la culpa los unos a
los otros de la huída del Fatiga.
Salió
el niño, decidido a encontrarle, corriendo y caminando y
preguntando a los vecinos: “Habéis visto a mi perro?” Nadie
le habia visto, y si lo vio pues era un perro cachucho como
el que más, que por nuestras vecindades no hay sharpeis, ni
doberman, lebrel afgano, caniches, yorkshire, beagle o golden
retriever. Ná!
Y
lo que son las casualidades - que dicen que no existen! - que
justo estaba la Doña Clelia apostada en la puerta de su casa,
mate en mano y viendo de donde venía la brisa fresca,
cuando el niño le pregunta si ha visto al Fatiga, su perro.
-Niño,
que vá! Si acaso vería pasar una vaca , por su volumen, pero
un perrito, imposible!
-Es
que se me ha perdido !
Y
vá la doña Clelia y pronuncia santas palabras:
-Que
ningún perro se pierde en este mundo, shico, que pa eso está
mi San Antonio, Bendito sea! Y ya mismito vamos a pedirle la
gracia que te vuelva al Fatiga a su hogar ! Pero eso si, le
dices a tu madre que en cuantito llegue el perro, tiene que
hacer dos cosas: lo primerito darme aviso que ha llegado y
lo segundo ser generosa para agradecer a San Antonio la
gracia. ¿Me has entendido?Le debe encender una bonita candela
u ofrendarle una bella flor para honrar la voluntad del Santo
! ¿Tamos?
Allá
se fue el niño a llevar la esperanza a su familia. San
Antonio les iba a regresar al Fatiga.
¿Y
no lo habéis de creer, pero en menos de veinte minutos volvió
el perro por sus patas a la casa ?
Milagro,
milagro! Ver para creer! Y así como volvió el Fatiga, desde
ese día, no se sabe bien cuantos perros, gatos, cotorras y
hasta una tortuga regresaron a sus hogares. Gracias a Doña
Clelia, que créase o nó, tiene su liga con el Santo! Hasta
donde ha llegado la influencia benéfica de Doña Clelia que
logró le instalasen un teléfono, en aquellos tiempos que para
tener teléfono había que tener lo menos dos o tres buenas
recomendaciones de algun diputado, un par de ediles y de ser
posible, algún cuñado del Gobernador para que el pedido de
teléfono tuviera éxito. .
¿Qué
no lograría nuestra Doña Clelia con la tecnología actual ?
Comentarios
Encantador relato, perfumado de nostalgia y aroma a "antes". Sí, sí, de cuando uno no tenía urgencia para sentirse "conectado" con el mundo, pues que lo estaba de continuo; y no sólo eso, sino que algunos típicos especímenes, como Doña Clelia, lo estaban con el más allá de las ondas, allí a donde ni la más moderna tecnología es capaz de llegar.
Las Doñas Clelias suelen ser tal que así, Beatriz, como esta tuya, oronda y satisfecha, o bien el otro extremo: seca y sarmentosa como un sortilegio para desfacer aojamientos.
Muy acertada la alusión a Momo, dios al que profeso una especial simpatía. Pero lo que más me ha gustado (además de esa manera de decir) es el apodo del canchucho: Fatiga. En el apodo ya va implícito un cuento.
Gracias, Beatriz, por aligerar el ambiente...
Un abrazo a todos.