450 AÑOS DE COMERCIO CON CHINA

Algunos
estudiosos – como Javier Peláez Ibianski – se han ocupado de
hacernos conocer cómo a partir de 1565 se inició la relación
comercial entre el entonces Imperio español y el Sureste
asiático , concretamente Manila, considerado un hermoso puerto
de las Islas Filipinas.
También
aquí los portugueses se adelantaron a nuestro status comercial
en aquellos siglos, ya que habían adoptado antes que nosotros los
estilos chinos.Desde palanquines , bellisimas sedas,quitasoles, abanicos,bastones, porcelanas, muebles con incrustaciones de
nácares, llegando a incorporar en sus construcciones los tejados
inclinados”cuyos aleros curvos apuntaban hacia el cielo con la
misma delicadeza que sus modelos originales de Catay “
Los
hispanos ya apreciamos desde el siglo XVI los perfumes, alhajas,
sedas, damascos y satenes realizados por los hábiles artesanos
de la nación asiática, al punto que en la última década del
siglo XVI el comercio con China fue de tal magnitud que se pagaron
entre 3 y 4 mil toneladas de plata para honrar lo enviado por
China.
Estas
erogaciones hicieron cundir la alarma en la Corona española, ya
que el Celeste Imperio poseía tanta riqueza mediante sus
productos, que aborbía directamente los lingotes de plata en
pago de sus muy apreciadas manufacturas.
En
el último período del citado siglo el comercio entre la
Acapulco de los mexicanos y el puerto de El Callao oscilaba entre
los 2,5 y los 3 millones de pesos en mercancías chinas.
Se
sabe que en 1602 el Cabildo de México protestó ante la Corona
que “ la adquisición de productos chinos absorbía cada año cinco
millones de pesos, proviniendo más de la mitad de esta cifra del
Perú “ .
Lo
fabricado en México apenas alcanzaba una décima parte de
estas transacciones comerciales. México que entonces fabricaba
sedas no lograba vender su producción, ya que las seda china
superaba en cantidad y calidad.
Aunque
la Corona intentó poner freno a esta contínua fuga de divisas,
limitando el número de embarcaciones que podían dedicarse a
este comercio tan activo, promulgando leyes que pusieran límite
a la cantidad de lingotes de plata que se podía dedicar a estas
transacciones.
A
su vez los líderes del Celeste Imperio decretaron ciertas
restricciones que comprendían el intercambio de mercaderías con
el imperio español, a causa de la inflación que les estaba
causando la enorme cantidad de plata española.
Lo
que sucedió a continuación fue una era de contrabando desatada
tanto de parte de los comerciantes chinos como de los hispanos.
Se
dice que era tal el auge de este contrabando, que los mismos
virreyes de Perú no eran ajenos, ni tampoco los inquisidores
de aquél tiempo. Incluso los sacerdotes llegaron a decir que las
restricciones aplicadas al comercio no eran justas y por tanto “
no obligaban en conciencia” .
Aún
se sumó a ello un resquicio jurídico que permitía a Perú
comerciar con Nicaragua. A partir de entonces los artículos chinos
eran despachados desde algún puerto mexicano hasta los de
Realejo y Sonsonate, en territorio de Nicaragua, donde luego
eran llevados a bordo de naves peruanas. De ese modo, la plata
del Perú por medio de este comercio terminaba fondeando en
Acapulco.
Por
su parte en China ocurría algo similar. Tanto los capitanes de
las naves como buen número de los pasajeros,” llegaban a
Cantón o Xiamen para avituallarse “ y lo lograban dando
obsequios a los mandarines de esos puertos. A su vez los ricos
comerciantes chinos daban generosos lo que se conocía como
“regalos de la tierra” , que eran mucho mas que los actuales
souvenirs.
Se
ingeniaron para hacer que este tipo de comercio no decayera,
favoreciendo a las naves con “reparaciones” que éstas
necesitaban, para lo cual debía ser descargado el “lastre” de
cajas de plata que traían.
Ya
realizada la “reparación” hábiles cuadrillas de chinos
volvían a depositar el “lastre”, que consistía en cientos de
cajas llenas de porcelanas y sedas.
Como
dice Peláez Ibianski: “Dos pueblos inteligentes, hermanados por
el mismo espíritu hedonista, lograron gratificar sus ansias a
despecho de ordenanzas y decretos
Comentarios
Beatriz.
Buen post, me ha gustado mucho porque relacionamos a Marco Polo y esa ruta de la seda con anécdotas, que son mini puntos en un denso pliego de actividad humana.
Un cordial saludo y feliz Semana santa