EL S I M I O
Ya
sabemos cuanto trajín lleva el mes de Diciembre en todas las
latitudes. A partir del 15 vamos todos como impulsados por un
cohete de los que te llevan al Cosmos.
Sucede
que en esta pasada semana, venía la marcha complicadísima, y
arrancamos para el Súper muy temprano para efectuar alguna
compra. Y como ocurre cuando mayor prisa tenemos, algo no se ajusta
a nuestra velocidad. Así fue que el stand de cierta
especialidad culinaria no había iniciado su jornada y no
tuvimos otra solución más que esperar a que los dependientes
llegaran y se pusieran en funciones.
A
los cinco minutos de espera aparece una señora algo mayor,
con la que trabamos lo que parecía un diálogo de
circunstancias.
A
poco de iniciar la charla, observando un simpático juguete
que se exhibía en el área de la Juguetería – el cual era
un monito - se deshace la señora en alabanzas hacia el monito
y nos cuenta:
Mi
yerno - que no porque sea mi yerno es un emprendedor nato – se
puso a instalar una casa de fiestas, ambientada tanto para
niños como adultos. Estaba él abocado a sus asuntos, cuando
emprendimos un viaje a un país limítrofe, y de tanto que vimos
y recorrimos, nos topamos con un mono enorme, como el que se
trae Sigourney Weaver a su regreso de unas vacaciones, en el
film “Armas de Mujer” (Secretaria Ejecutiva).
” Esto puede
causar impacto en el nuevo negocio de nuestro yerno – pensamos
- y ahí mismo decidimos su compra”.
Y
no quiera saber usté, los billetes verdes que le tuvimos que
poner en medio del pasaporte al controlador de turno. Así
ingresó el Señor Mono en nuestras vidas.
Que
ahora paso a contar los milagros del señor Mono. Asuntos de la
actual tecnología ! Instala nuestro yerno al Mono en un sitio
estratégico, al final del salón, a la salida de los toilettes
.
Y
este señor Mono – no siempre - cuando pasaban algunos
clientes , les silbaba y luego decía “Wow” con un énfasis
muy marcado. No todos prestaban atención a esos detalles , pero
sobre todo las señoras, no podían ignorar ni el silbido ni el
“Wow” ,y cuando descubrían que partían del Señor Mono, se
tronchaban de la risa y luego enviaban a alguna de la familia,
para ver que el mono repitiera su gracia.
En
poco tiempo, el Señor Mono fue el imán del éxito del local de
nuestro hijo putativo.
No
vá que un día de jolgorio acude invitado por el dueño de la
fiesta, un sargento que se desempeñaba en la seccional de
Policía más cercana. Un tío del tamaño de un ropero, de esos con
cara de malos que imponen cierto pavor si uno les mira de
frente. Pesado. Para avanzar el pie derecho le pedía permiso
al izquierdo, mientras bamboleaba su humanidad . Y así, sin apuro
va el hombre a visitar el sanitario y a la salida, el Señor
Mono lo silba, y a continuación le lanza el “Wow” . Le
mudó la palidez del rostro y se le hizo encarnado. Se le
triangularon las cejas, se volvió para atrás y recorrió la
batería de baños, intentando averiguar quién se atrevió a
dedicarle un silbido de galante admiración, remachado por el
“wow” . Nadie. No había nadie.
Ya
rojo de furia se encaminó a la Recepción y pidió hablar con
el Gerente, es decir mi yerno.
Qué
cómo se atreven a silbarle y provocarle, tan luego a él, un
honesto servidor público que vela por la seguridad del
vecindario y que si se hallaba en ese lugar era precisamente,
por la amistad que le unía con el dueño de la fiesta que le
honraba con la invitación.
Entonces
mi yerno le explica que el silbido y el “wow” no
partieron de persona alguna, sino del simio instalado antes de
la salida de los sanitarios. Venga conmigo y le mostraré .”¿El
Simio?” pregunta el sargento confundido. “Ya me va a conocer el
tal Simio y su parentela”, proclamaba el sargento mientras
avanzaban entre la multitud que se movía al compás de un mambo
de Perez Prado.
Van
al lugar, mira el hombre hacia el sitial del Señor Mono y éste ni silba ni hace el
“wow” . Total que se lo llevó a mi yerno detenido por
desacato a la autoridá pública.
¿Me
cree si le digo que nos tuvimos que buscar un Abogado para
que mi yerno recobrara la libertad ?
Ilustración:www.hebus.com
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