ANDREA

Años ha, tuve un pony ar que sacaba de paseo por cierto bosque cercano a mi casa , en cuyo corazón había un haras donde se criaban caballos de pura sangre. Y en una desas caminatas conocí a Andrea. Toda una amazona , que salía a menudo a entrená su cabayo.Y ar verme se ha puesto a reír .
Reía a causa que yo paseaba al pony como a un perrito. O porque entre tantos caballos de gran porte, er mío era una mascota.
Empecemo hablá y resultó que se era una señora que se había viajao medio mundo. Y le fartaba el otro medio.Y asegún avanzaba la conversació uno comprendía que caballo y mujer parecían arrancados de un maravilloso libro de cuentos.
No vamo a presumí de que trabamos con ella una amistad. Mi Mujé y yo fuimos como dos piezas de porcelana que Andrea de tanto en tanto le quitaba er porviyo y nos recobraba pa su colección. Un ratico. Na más.
Parecìa tenerlo tóo en la vía, pero a medida que tu la vas conociendo, escuchando sus sinceramientos, entras a calibrá que son de los má desdichados deste mundo, porque no encuentran Amor. Ella que vivía dando Amor a raudales a su prójimo, que de todos tenía piedá, lo único que le arcanzaba era esa habilidá ajena pa despojarla sin asco.
Hermosa mujé. Desas mujeres que impactan allí donde esten. Su familia provenía del Alto Adigio, por el norte de Italia. Supo viví en una casa solariega con flores a raudales y hasta plantas tropicales y exóticas, que cobijaba bajo un pequeño invernadero. Fué cuando se tuvo que mudar de esa casa cuando sus tiempos empezaron a lacerarnos y entender lo poco que podíamos hacé por su destino. Hacía ya mushos años que entre marío y mujé tenían alcobas diferentes. Y los hijos, se acordaban de su mare solo pa pedirle dinero. Que en la casa desta familia no había ni sábados ni domingos de estarse reunidos en torno a la mesa familiar. Y si arguna vé se reunían era pa discutir a voz en cuello y dando portazos por la casa, como si las puertas fueran culpables de su inquina.
Tonce, Andrea que se tenía sus buenos dias lunares se tomaba esas pastiyitas pa los nervios. Años así. Años.
Ya ni ella ni su marío vivían bajo er mismo techo. El hombre con arguna querida y ella con sus pastiyitas. Enfermó el hombre mú malamente. Se fué poniendo peor y peor y ya su agenda era de una clínica a otra. Casi ni se hablaban de aquella. Pero Andrea le brindaba su compañía serena, íntegra, como siempre. Ya casi muriendo le dijo: “Andrea, cuídate de nuestros hijos. Son tres buitres capaces de arrancarte hasta los ojos a tí, que los has parido. Anoche estuvieron los tres aquí y creyendo que yo estaba en coma discutían sobre lo que cada uno heredará. Y tú ni figuras en sus planes.”
Murió el hombre y fueron las exequias desas que no farta ni figurón ni figurita y la gente provecha pa bastecerse de chismes hasta el próximo evento sociá. Que luego, pasando los dias de náuseas y escalofríos, Andrea se tomó un frasco entero de sus pastiyitas. Ahí nos enteremos que era su tercer intento.
Luego de la recuperació los hijos por no ser mal vistos la internaron en cierta área de Psiquiatría de un famoso Hospital. Allí se instalaran sus protegidas - gual que las garrapatas en la pelambre de los perros - hacerle compañía. Luego de meses le dieron er arta y ála, otra vez a su casa.
Que si pasó un año o más, no estoy seguro y lo intentó nuevamente, arrojándose al mar. Pero un bañero la vió y la salvó. De vuelta a Psiquiatría.
Justo le corresponde un dotó de su misma edá. Divorciao el hombre. Pintón. Simpático. Y esta Andrea era salerosa, cuando quería.Y desde er fondo de su soleá intentó, hilvanó sus frasesitas como una niña jugando con sus muñecas.
“Doctór no le gustaría ir a Egipto, pasear por las Pirámides, dejarse abanicar en uno de esos hoteles de película?”
“Que le parece si viajamos Ud. y yo?”
-Si Ud. paga los pasajes , voy. Apuntemé nomás .
Esas chanzas que se gastan los médicos con sus pacientes. Pero la cosa era que para Andrea cada palabra era una revelación , un signo que le mostraba no el espejo, sino el espejismo de sus propios anhelos. Y no vamo a discutir si era una fantasía u artificio del aburrimiento, pero se sentía viva, palpitante.
Andrea revivía. Hacía vení a su peinadora pa peluquearla y la cosmetóloga pa avivarle la piel. Y por las tardes, infartable, aparecía la Velda, que ya os conté de ella en otra ocasión. Porque hay que decirlo, la Velda es una tía servicial. Vamo, que te favorece si es menester, si se barrunta tu condició de persona generosa, y Andrea lo era en demasía.
De modo que yegaba la Velda por las tardes con su bolso de revistas de moda,sus naipes del kamasutra, lociones, cremas, enjuagues y la mar en coshe.
Y en una desas tardes Andrea le pide que busque a su dotó pa que le haga unas recetas de medicamentos que ya se le terminaban. Y triquititras, va la Velda otra vez por los pasillos der Hospitá, mariposa de los recao , ques muy ducha pa cuanto se la solicite.
Y hete aquí que lo descubre al hombre. Pinton,canoso, de güena presencia. Agudo observador.
-Que ya me iba, me encuentra Ud. de casualidad...
-Que la casualidad no existe, Doc-toor!!- replicó ella .
Y así dió la Velda la primera puntada.
Y ar día siguiente lo buscó por una nimiedad que le pareció válida pa comerle otra buena media hora.
Pa esto se fué averigüando vida y milagros del dotó por medio de las enfermeras der piso. Que era divorciao.Que la cosa era reciente. Que su mujé le había hecho las maletas y se las había dejao en er pasiyo.
Y en la tercera trevista que tuvo con el tal dotó la Velda se mandó la misma frase que usara con er traumatólogo:
-Doc-toor , quiero decirle que mis sentimientos estan comprometidos hacia su persona , es algo irresistible...
Tonce, ese hombre oxidao , quiba rumbo a una fatal vejez, se sintió impactao. Reaccionó como un mushashito ar que una chiquiya atrapa por primera vez y ansí empezó er romance.
Si Andrea, que tenía unos sentidos mú finos pa captar climas, situaciones, etc. se pescó lo que estaba curriendo entre Velda y er médico, no lo hizo notar. Las relaciones entre ambas mujeres siguieron día tras día de la internación con diversos matices, siempre positivos y amenos según la versión de Velda.
Sea porque la paciente había superado la crisis, sea por lo que sea, er médico habló con la familia de Andrea y los convenció de internarla en otro psiquiatrico, ubicado en una zona de bosques con un paisaje sedante de por sí, como paso previo a reintegrarse a una vida normal.
Un mes estuvo en aquél sitio donde, a pesar de los altísmos honorarios que la familia oblaba, no tenía en la habitació ni una miserable estufa. Pero a pesar del frío que soportaba , Andrea elaboraba en las penumbras de su celda su próxima libertad. En ese mes tan solo los hijos la visitaron muy espaciadamente. Velda desapareció del entorno cotidiano.
Cumplidos los treinta dias, el director del psiquiatrico le dió er alta definitiva. Explicó a los hijos de Andrea que su madre podía vivir tranquilamente en su departamento, tomando siempre su medicación, pero eso sí, debía tener compañía permanente. Y Andrea la tenía porque podía pagá . Así que volvió a disfrutar de todo lo hermoso que poseía .
Su asistenta, Juanita, estaba con ella día y noche. Una mañana de ventolinas ululantes Andrea se despertó mú temprano, como en los tiempos que sus niños iban a la escuela. Le dió un vistazo a una foto donde se los veía a los tré mostrando los huecos de los dientes perdidos.
“Juanita esta mañana tengo ganas de tomar un rico café con leche con tostadas, manteca y mermelada y olvidarme toda esa sarta de porquerías que me hacen tomar. Prepáremelo!!”
Juanita la vió tan radiante, que dejó de lao el estado de permanente vigilancia y marchó a la cocina.
Andrea taba una vez mas decidida.Lo tenía pensao y repensao. Esta vez no podía fayar.Moviéndose en el mas absoluto silencio salió al balcón con una banqueta en la mano. Lo imprevisto fué que en er balcón siguiente,un hombre hacía sus ejercicios respiratorios como todas las mañanas.
-Bienvenida a estrenar los aires puros de la mañana, señora! No me conocía , verdad? Soy su vecino, Paulo, pero me dicen Polo porque soy muy aficionado a viajar!
Y así fué como se conocieron .
De tanto en tanto mi Mujer y yo recibimos unas bonitas postales y fotos de la otra mitad der Mundo que les fartaba conocer.

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