JORGELINA

A sus 57 años , es una guapa mujer, activa y con mucho sentido práctico. Su rostro lleva de continuo una afabilidad marcada , una sonrisa casi contagiosa , jugueteando todo el tiempo sobre sus labios. La suya bien podría ser una de las tantas historias que abundan en las novelas de Isabel Allende.

 Jorgelina fué un niña nacida y criada en el medio rural de Chile. Formó parte de una de aquellas familias que cada dos años las madres parían un nuevo vástago. En las fiestas anuales del pueblo, cuando se juntaban los vecinos, las comadres aprovechaban para apuntarse para el madrinazgo de los bebés que venían de camino. Porque la gente no tenía tiempo de llegar “hasta las casas “ para anunciar que para tal fecha seguramente habrá de nacer el nuevo hijo de la Laura, o de la Clementina o la María Asunción.

 No había cumplido aún los 15 años cuando fue dada en matrimonio por sus padres. Dada en matrimonio, igual que algunos otorgan bienes en concordato, o máquinas de coser en parte de pago. Si acaso había visto media docena de veces a aquel hombre - ya con sus patas de gallo en el contorno de los ojos - que vino a resultar su marido luego que firmaron por el civil y por la iglesia aquellos papeles .

 Veintiún años mayor que ella, viudo y padre de dos criaturas. Tan escasa era la confianza que el hombre le inspiraba, que Jorgelina lo trató de Usted por largo tiempo. Fue casarse y partir de la casa familiar, del pueblo y del país en que había nacido. El mas infeliz de los desarraigos la había tomado del brazo y provocado la ausencia de si misma de todos los huecos cotidianos. La misma dueña de la casa a donde el hombre que la hizo su esposa la llevó a vivir, al verla exclamó: -Hombre, no le basta con criar a sus dos pequeños, que se busca a una niña por esposa ?

 Así comenzó Jorgelina su vida de objeto del deseo. No tenía ni el mas leve indicio de lo que fuera el amor. Pero lo que tenía muy claro era el odio que ese hombre le inspiraba y las situaciones a las cuales la sometía lo convertian en un perfecto desalmado. Aún cuando gritaba de dolor y desesperación ante las urgencias de ese hombre, él era totalmente insensible a ello .Mas aún, se reía. Y en esos momentos era posible que ella lo odiara todavía más, porque se sentía burlada como niña, maltratada como mujer.

 Se dió cuenta que la gente de la vecindad recelaba del que era su marido. Cuando él regresaba a la vivienda, si había niños jugando por las veredas, desaparecían como por encanto. Padres y madres evitaban saludarlo. Pero a Jorgelina la miraban con simpatía. Antes de los 18 había parido a sus dos hijas . Su madre le había escrito una carta en la que le decía que se aprontaba a visitarla para conocer sus nietecitas. Fue leer aquellos párrafos y de inmediato, ella que nunca tomaba un lapicero ni para las cuentas del almacén, se armó de papel y le escribió con claridad: “Vea vieja si le conviene venir hasta aquí, porque si lo hace, la meteré a la misma cama con mi marido, para que le haga a Ud. lo que a mí cada noche “.

 Por aquellos mismos días ya venía en camino el tercero de sus hijos, cuando la naturaleza por su propia voluntad dijo NO, y no solo acabó con el proceso de gestación que elaboraba su cuerpo, sino que la arrojó en una anemia pertinaz que llegó a preocupar a los médicos. De aquello surgió que se le debía implantar un DIU en el mismo Hospital de la zona, antes que nuevos embarazos truncaran su joven y ya desquiciada vida, a causa de los abusos de su marido. No fué fácil, porque para aquella implantación, igual que para una mutilación de sus órganos reproductores, era necesaria la firma del cónyugue. 

Mucho discutieron médico y consorte, pero finalmente le implantaron el DIU. Jorgelina recuerda los meses posteriores a aquella nueva circunstancia. El hombre no podía creer que su mujer no se embarazara. ¿Cómo diablos era posible ? Acaso él, en la cuarentena de la vida, había dejado de producir espermatozoides ? Imposible !! Cuando sus hijas ingresaron al Jardín de Infantes, ella consiguió trabajo en una fábrica, y de ese modo comenzó poco a poco a tomar cierta distancia de sus obligaciones conyugales. Prefería pagar a otra persona con su sueldo, para atender a las criaturas, que permanecer el santo día en el hogar. Este hecho obró como un sedante en su mal tratado cuerpo y caló hasta las mismas paredes de la casa.

 Su marido , la miraba ahora bajo diferentes aspectos. Por un lado se sentía halagado que su mujer fuera capaz de salir fuera de casa para cumplir con un trabajo bien remunerado. Se sorprendió mas de una vez haciendo cálculos encaminados a comprar con el dinero de Jorgelina una camioneta que lo liberara de pagar tantos gastos de fletes por transporte de materiales a las modestas obras que él dirigía. Eran aquellos planes los que se le iban transparentando ahora a través de su mujer. Tanta era la ilusión ,que la mente le iba borrando los detalles de su vida privada. Jorgelina continuaba como el primer día. Esquivando su proximidad.

Tras comprar la camioneta, se fue interesando en subir algunos peldaños sociales. Las grandes empresas constructoras estaban en expansión. Tercerizaban buena parte de las obras que emprendían, y él estaba buscando ser tenido en cuenta. En la medida que lo logró se convirtió a la fé del dinero. Cuando llegaba al lecho conyugal, Jorgelina dormía como los adoquines. Le respetaba el sueño, igual que se respeta a las vacas rumiar los alimentos, que horas mas tarde se convertirán en leche.

 Sus éxitos lo impulsaron a adoptar nuevos hábitos. Comenzó a salir los sábados en la noche a solas. Regresaba cada vez mas tarde. Si acaso esperó ser recibido por Jorgelina haciendo una escena de celos, nunca sucedió. Una madrugada volvió mal . A la mañana siguiente no podía mover la pierna izquierda , ni podía articular palabras. Un día de Hospital sirvió para detectar que era diabético, hipertenso y se le acababa de producir un accidente cerebro - vascular.

 Acaso podría remitir, o volver a empeorar en cualquier momento. Ocurrió lo peor. En menos de una semana sufrió otros dos ACV y al final de la siguiente semana falleció. Fué tan repentina la enfermedad seguida de muerte ,que Jorgelina no terminaba de imponerse de la situación. Una de sus primas – la mejor de todas - tuvo el coraje de decirle:
 -Al fin te has quedado viuda, Jorgelina, te felicito !! Y por primera vez en su vida estalló en carcajadas .

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hola Beatriz:
Muchas mujeres se verán reflejadas en este relato,que esa suerte de hacernos mujer la naturaleza llevaron por caminos de matrimonios concertados,sin amor o con él pero en el abuso diario del machista que no sabe que una mujer es muuucho más que una fábrica de tener hijos y de satisfacer sus necesidades.
El trabajo es básico para que la mujer se sienta libre de ataduras innecesarias,muchos machistas esto lo aceptan porque les proporciona dinero extra,pero ellas siguen solas.
Estos tipos deben de morir,¡cuidado! ,no les deseo la muerte física como al marido de la protagonista,les deseo que desaparezcan de la faz de la tierra.¡Pobres hombres que no supieron alcanzar el corazón de una mujer,de su mujer!,que las utilizaron para sí.Tontos de remate y encima más burros que los de carga.Se quedaron sin el verdadero placer;conocerlas,amarlas.
Jorgelinas disfrutad de la vida,del amor,siendo siempre dueñas de vuestro destino,libres

Besitos,
Reyes
Anónimo ha dicho que…
Reyes: ¿Cuántas Jorgelinas conocemos? Niñas abusadas hasta legalmente, como en este caso, porque fué casada segun la normas legales.Se debe hablar y escribir de estos temas, para que no sucedan.

Un abrazo.

Beatriz.
Marucha ha dicho que…
terrible !!!!!
Anónimo ha dicho que…
Gracias, Marucha!Celebro que te haya gustado.

Beatriz.

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