MI VIDA POR LA TUYA





En marzo de 1982 el gobierno imperante en Argentina, se estaba embarcando en lo que se ha conocido desde entonces como “ la Guerra de las Malvinas” ; esas Islas que los ingleses llaman “Falkland”, y de las cuales se apropiaron en unos episodios propios del imperialismo británico de los pasados siglos, que al mismo pueblo inglés de hoy les resulta incomprensible.
Entonces las Fuerzas Armadas del país sudamericano echaron mano de las clases que estaban en ese año bajo bandera, y habían ingresado hacía pocos meses a las filas militares para el cumplimieto del servicio militar, por lo que esos jóvenes conscriptos no tenían la suficiente formación para ser llevados a un frente de batalla.
Infinidad de familias - padres y abuelos - comenzaron a temer por sus hijos o nietos a los que se iba a destinar a distintas bases o puntos estratégicos del conflicto en ciernes.
Nuestra amiga Haydée era una mujer que distribuía optimismo a raudales. Para que tengáis una idea de ella, era de estatura mediana, rolliza y su rostro era un calco del Profeta Daniel que podemos admirar en el Pórtico de la Gloria. Tenía una FE inconmovible. Enfermera de profesión, ya jubilada, vivía y se desvivía apoyando a las personas que necesitaban, y con su esposo, también jubilado, a bordo de su casa rodante, vivían los meses del verano en una ciudad atlántica y cuando luego de Pascua los fríos comenzaban a insinuarse, tomaban las rutas que los llevaban a los territorios del norte de Argentina, para invernar en una zona cálida, semi desértica, donde la miseria y la in- Justicia imperan desde siempre . Haydée, conociendo los avatares de la gente del lugar donde acostumbraban acampar, antes de abandonar la ciudad atlántica sus amistades ya le habían provisto de ropas, enseres domésticos, medicinas, pañales, etc. para aliviar en algo la situación de sus vecinos. De paso, en el tiempo que ellos permanecían, casi siempre salían de padrinos de algún bebé, o de una pareja que decidía casarse por el civil, aprovechando que el esposo de Haydée con su casa rodante les podía llevar hasta el poblado.
Los preparativos de la guerra los sorprendieron antes de la finalizacion de la temporada veraniega y en vez de tomar la ruta para el norte, lo hicieron hacia el sur, siguiendo casi en paralelo , el destino militar de su nieto.
Nunca olvidaremos nuestra despedida de entonces. Haydée, con esa profunda convicción que volcaba en sus palabras nos dijo: “Pongo mi Vida a los pies de Cristo. Se la ofrezco al Señor, para que nada le suceda a nuestro nieto !”
Como todos saben, el conflicto bélico fue breve y cientos de jóvenes soldaditos murieron y otros quedaron malamente heridos en cuerpo y Alma, al punto que infinidad de ellos se suicidaron .
Al nieto de Haydée no le tocó ni un solo rasguño, y aunque a destiempo, volvieron a pasar el resto del invierno en las cercanías de las Termas de Río Hondo.
Felices, regresaron como siempre, a finales de Octubre.Sin prisa , gozando del paisaje. El esposo de Haydée se había comprometido con un amigo, dueño de unos campos, a repararle un antiguo carruaje con el que gustaba pasear o llegar a la ciudad para hacer las compras de la semana. Se quedaron allí el tiempo justo y volvieron al camino.
Quizá faltaban poco mas de cien kilómetros para llegar a destino, de vuelta a la ciudad atlántica. El esposo de Haydée, tratando de esquivar un vehículo pesado que se desplazaba en sentido contrario, hace una mala maniobra , pierde el control y vuelcan sobre la banquina. Ambos fueron rápidamente auxiliados y trasladados en ambulancia al Hospital Regional de la zona. Haydée , que había recibido las lesiones mas graves, aún se despidió antes de ingresar al quirófano, apretando la mano de su compañero.

Aquél fue el último gesto de Amor, que hizo con su último aliento de Vida. -

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