LA BUFANDITA

Quien má,quien meno, tié arguna cosiya qués su talisman. Su pasaporte por el cenario de la vía. Y yo me tengo una bufandita, que vino a sé lo que me quedó de mi primer empleo. Confieso que siempre fuí alérgico y con mis estornudos impactaba la clase. Tonce un güen día, mi Profesora de Geografía al terminá la clase hizo dos cosas: me regaló mi bufandita y me invitó a colaborar en cierto Diario de circulación local.
No tenía ni 14 años cuando conocí ese oló de las salas de redacción. A lo primerito me aprendieron a hacer café. Mare mía!! A quien se le ocurriría ponerme de cafetero? Pero es que tonce se costumbraba beber pociyos y pociyos de café. La gente se inspiraba con ese brebaje y con los humos de los cigarriyos y las pipas. Y el primé café que me salió der cacharro,arguien dijo puaff, y me lo tiraron todito. Otra vez a calentá er agua y que no se vaya a herví. Y luego ar Archivo, a guardá los clichés, que tonces se trabajaba con tipografía y con plomo y otros metales para el grabao.
La de fotos que habré mirao, santo Cielo! Fotos de accidentes ,de suicidas, de pistoleros muertos, de naufragios,de maratonistas,actores, actrices,dramaturgos,políticos de todas las marcas ,guales que los fideos :finos,entrefinos,retorcíos y cortáos.
La Profesora de ande yo me cursaba er Liceo se venía ar finá de la mañana a escribir las Notas Sociales, queran los tiempos que la gente gustaba enterarse quien se cumplía año, quien se bautizaba, quien anunciaba un casorio, bailes de la Beneficencia, Loterías y demás artículos sociales con esperanza de ésito.
Y como asigún mis jefes me sobraba tiempo, a repartir sobres por las oficina de los amiguetes de esta gente de las empresas editoras. No querrás saber, shico, cuando yegaba er Directó. Siempre había arguien que le veía por er rabiyo der ojo y ála, niño, abrí la puerta ar Jefe.
Er Jefe era un señó arto, ancho, que, ya sea por su forma de desplazar su cuerpo, o porque se peinaba talmente con las onditas der primo simpático der Pato Donald:er Gastón , nunca guardé pa mi coleto su verdadero nombre. Durante sus largas reuniones con los miembros der Directorio, solía fumar un habano.
¿O lo mascaba ? Y la discusió era satamente la misma siempre. Que si er Diario debía ser más amariyista pa vendé má y conquistarse má avisadores o seguí en la cosa regioná prolijita y católica. Lo misterioso - que no se sabía de ande - era yegar este tío, y empezar a entrá hermosas señoras bellamente vestías y mejór calzadas. Quedaba el hall der Diario con una flotació de flor de manzano y lilas que pretujaba los sentíos. Y venga este joven, traiga café para cinco.
Que jamá se aprendieran mi nombre ni farta que hizo.
Pasaran dos mese y mis dedicos se me habían aficionao a los teclaos de las máquinas describir cuando la redación taba desierta. Mu bonito tóo , pero er asunto que mi nombre no figuraba en los listaos. Ni en el Archivo, ni en la Cafetería y mucho menos en la Conserjería. Vamo, que oficialmente yo no esistía. Y ar finá me armé de coraje y se lo dije:
-Profesora, que voy pasando por aquí mushas horas y ni pa un triste piscolabis tengo! ...Sabe Usté cuando me darán mi recompensa ?
Que ...bueno, que las nóminas luego de seis meses ...Quizá, que ahora yo venía siendo un meritorio y ya se trataría en reunión de Directorio si correspondía...
Y con educació la he saludado hasta mas ver y me he salío del foro der periodismo.
Pero como tonce era yo un chavalito simpático y durante mi permanencia por er ámbito der Diario me conocí gente del Teatro y tal, me fuí de claque pa plaudír en los pectáculos que se presentaban en la ciudá. U sea , me yevaban pa batir mis manitas. Y lo que era mejor: me pagaban!

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