EL BUSCADOR
“¿Qué
busca?” Hladic le replicó:”Busco a Dios” .
Fué
cuando leyó estas líneas de un cuento de Borges, cuando
captó de improviso, cuando aún no buscaba a Dios, aquella
mañana de otoño - mientras subía la loma en cuyo centro
quedaba el Colegio – donde la inmensa niebla lo cubría
todo, hasta hacer desaparecer las casas de la vereda de
enfrente, los malecones de la cercana playa, cuando lo
encontró.
Sin
siquiera buscarlo.Así es como sucede.
Nadie
sabe si desde entonces siguieron juntos. Es posible que Dios
siempre estuviera en las proximidades. Con el tiempo largos
tráficos de palabras se iban grabando en el disco duro . De
cuando en cuando entraba en el pabellón y elegía palabras
que le despertaban gorjeos, cantos magistrales de alondras
,cantos angelicales de los que se filtraban por los vitreaux
de la casa de Josefina. La gente decía que aquello era
obra de poetas.Vaya!
Corrió
largos cinco kilómetros a la Biblioteca para averiguar dónde
los Poetas. Habia muchos . Cada siglo habia tenido su
generación de Poetas. Les rendía su admiración con la
esperanza que algunos brillos de las palabras que habian
forjado, tallado, aleado, alineado y alienado, le llegara cual
bendición. Algo remotísimo igual al caminar por los anillos
de Saturno. El solo comprendía las palabras que guardaba en el
tejado.
De
vez en vez saboreaba palabras enriqueciendo su desayuno de
agua . Las bebía con fruición. Las deglutía lentamente en
el paladar igual que los pequeños trozos de chocolate que
lograba rescatar de una vieja tetera que se guardaba en la
casa de Josefina.
Para
cuando llegó a Spinoza tomó consciencia que Spinoza
también había estado a su lado. Había pasado cada mañana y
cada tarde junto a él. Spinoza tenía aspecto de árbol
noble . Si tan solo hubiera mirado por sobre la copa del
árbol Spinoza le habría mostrado el Cosmos, sostenido apenas
por luminarias que se conjuraban en la noche , como las
revoluciones. Igual que veía a Dios metamorfoseado en Universo,
en Naturaleza. En malecón entre el mar y la gente.
Hubiera tenido acaso una premonición acerca de la materia
oscura , tan impenetrable , tan envuelta en si misma , ajena a
los giros de tantas luces y tantas hogueras siderales. Fué
y volvió tantas veces, ajeno a la esperanza de Spinoza.
Todo
llega , se dijo en el mejor de los días .
Y
era que Spinoza acababa de dejar caer sobre la hierba sus
centenares de bellotas.
“Ahora
ya puedo traer por aquí a mis ardillas ! “ , pensó
retozando de alegría.-
Beatriz
Basenji
Comentarios
Así es este cuento, hilvanado con el sutil hilo de la intuición, por el que, como Teseos, avanzamos por un laberinto de palabras. El fin no es la salida del laberinto, sino su centro. Ahí nos dejas, Beatriz, instalados en el centro de tu intuición, acompañados no más que por tus propias certidumbres y tus sospechas. Abandonados a nuestra propia luz.
En las búsquedas siempre algo se encuentra, aunque a veces no sea lo que se busca. Lo importante es enfrentarse a la interrogación, agarrar el candil y salir a deambular. Así es como uno puede toparse, sin ir más lejos, contigo.
Así como el protagonista del cuento (como todos los protagonistas de todos los cuentos, trasunto, en mayor o menor grado, de sus autores) se topa con Dios, y solo después --tras el hallazgo luminoso-- advierte que no ha estado sólo en esa búsqueda, apareciendo alrededor suyo compañeros de viaje que sin darse cuenta siempre ha presentido, así, digo, sucede de continuo con todos los buscadores.
Certera y lúcidamente intuitiva. Como de costumbre.
Curioso que la imagen del día de la NASA pueda ilustrar perfectamente, junto a ese paseo sumido en la neblina a la luz de los faroles, el clima del relato...
Un abrazo en las búsquedas.
Bonita metáfora la del árbol y las ardillas, en todo caso (ana)
Cordiales saludos para Ana y Rodrigo.
Beatriz.
Eso es lo que quiero decir cuando hablo de "tu intuición", mi querida amiga. Pero la condición sine quanon de la pretendida transparencia --que lo es-- es la disposición adecuada en quien encuentra: es decir, una intuición equivalente. Porque por medio del intelecto esta transparencia pasa desapercibida, no es sino invisibilidad, o lo contrario: materia oscura (esa que citas en tu relato); ya que, desde la razón, este encuentro (como muy bien dice, también --muy aguda-- (ana)), tachado de parcial y sesgadamente subjetivo, simplemente c'est ne pas possible.
¿Ser bienaventurado? ¡Cielos! creo que barrunto uno, y no muy lejos de este santo lugar...
Cordiales saludos a todos (y un abrazo, que falta nos hace).