PERSONAJE DE NOVELA

¡Qué
Destino!! Que quieren que os cuente lo que no me atreví a contar
en mi última novela – se quejaba cierto escritor en una
reunión de esas que no son familiares, pero que al fin, luego
de unos cuantos buenos vinos, se termina siendo tío de unos, y
suegro de otros.
“Cuente,
cuente ! “ Rogaban unas señoras de edad imprecisa.
Bien,
bien … Habré de sacrificar el secreto , contestaba el
novelista a su audiencia.
Aquí
donde me veis mis obras han obtenido sendas Fajas de Honor ,
y los primeros premios en certámenes varios. El personaje de
mi novela ya lo conocéis. Las malas lenguas dicen que nos
parecemos en mucho: somos unos Narcisos reprimidos. Unos malos
chicos bien mantenidos por nuestros padres, de esos padres que
te cumplen todos los caprichos no precisamente por imperio del
amor filial , sino mas bien para que se sepa en las altas
esferas sociales eso mismo: que han vivido concediendo a sus
hijos hasta el menor de los caprichos.
Con deciros que hasta un
pony pude tener durante un verano que pasamos en la vieja
casa familiar cercana a la playa. Que
si mi personaje existe , en fin, ya eso ingresa en las
ecuaciones de la metafísica. Lo cierto que algo hay de pudor
impuesto en todo cuanto escribimos. Son necesidades como cualquier
humano las tiene jornada tras jornada.
En verdad el tío
éste de mi novela es neutro. Ni bueno ni malo. Gusta
hacerse ver con las mas bellas damas que su neutralidad misma
arrastra, como para instalar ese tácito letrero de “Don
Juan” , que tanto brillo
otorga, aunque interrogadas las damas en cuestión, se supo
que ni era Don Juan ni siquiera Don.
Pero
eso sí, se dejaba atrapar por las damas y sabía tenerlas
pendientes de sus zozobras.
Llegaba
siempre tarde a sus citas y allí mismo entre sus
disculpas de ocasión lanzaba sus pretextos:
“Dísculpa mia
bella Gertrude, me he demorado en encontrarte porque mi Madre -
¿te hablé de ella? - está delicada de salud. El médico que la
ha visitado me ha dado varias recetas, y esto ha terminado
por angustiarme, porque en mi situación, tu ya sabes, nosotros
los artistas, la más de las veces vamos cortos de dinero y ni
pensar en cómo voy a obtener la medicación que mi Madre
pobrecita, necesita ya mismo , ya mismo !!”
Parece
beber otro trago de buen whisky, mira complacido a la
audiencia y prosigue:
La
dama en cuestión pertenece también a la alta sociedad. Es
decir , un bello círculo de personas que jamás pasaron por
momentos difíciles en sus vidas, ni saben aquello que
signifique estar corto de dinero. De modo que la dama sin más
ni más, conmovida hasta las pestañas, abre su cartera de
Dior , mueve algo con exquisita elegancia, y extrae uno de esos
billetes solo estrenados por las señoras adineradas. Y dice en voz baja: ”Por favor, querido amigo, cuenta conmigo “ y le
traspasa el billete con más solvencia que un mago.
Otros
diez minutos de consabida calma y efusivos agradecimientos,
y nuestro personaje con su mejor rostro atribulado, se despide
como todo un viejo caballero, besando la mano de la generosa
dama.
Caminadas
un par de cuadras, mira con discreción su reloj. En menos
de 20 minutos tendrá otro encuentro romántico. Esta vez en
la barra de una cafetería bulliciosa, donde acuden las
secretarias de los bufetes de abogados más emblemáticos.
Y
allí mismo, otra bella y encantadora secretaria, a la que
volvía a repetir la triste historia de la precaria salud de
la Madre, acaso esta vez con más detalles, porque ya se
sabe, alguien que vive en un mundo de leguleyos y
jurisconsultos, no cree con facilidad lo que le cuentan.
Pero
al final, siempre, las damas abren sus bolsos y ponen en
tus manitas algunos billetes , para que puedas cumplir como
buen hijo . Qué menos!
Cincuenta
“novias” llegó a tener este personaje. Cincuenta! No le
propuso matrimonio a ninguna, pero qué espléndida vida pudo
vivir por varios años, tanto, que fue la envidia de no pocos
auténticos señores.
Ilustración: laprensa.mx
Comentarios
"Lo cierto que algo hay de pudor impuesto en cuanto escribimos." Y qué cierta es esta aseveración, amiga mía. En todo cuanto se escribe va, se quiera o no, así se pretenda ocultar en toneladas de impostura, el más íntimo pudor, el inconsciente, del todo aquel que se atreve a poner negro sobre blanco en una cuartilla (o una pantalla, vamos).
Bonita semblanza de un modelo repetido en tus historias, Beatriz: el hombre más o menos sencillo, que no más posee un caudal de apostura y simpatía, con la que se baldea en un mundo que suspira por ser querido y mimado (ellos y ellas). Pero claro, hay que saber hacerlo.
Después de todo, como acabo de leer en uno de esos agudos y fantásticos diálogos que pueblan el vasto y elegante universo narrativo de Henry James:
"—...Eres demasiado listo para seguir un oficio.
—Sí, pero no lo bastante listo para vivir del aire."
(La Princesa Casamassina. Henry James)
Así es que bué, uno se tiene que ganar la vida según sus luces le den a entender. Y en este tipo de espécimen eres una maestra consumada.
Divertido y certero "amussement". Como siempre, muy bien abordado. Con esa mezcla de delicadeza y sorna tan femenina.
Gracias, como siempre por la incitación a la sonrisa.
Un abrazo a todos.